Las chirlas (Chamelea gallina) son diminutos moluscos bivalvos que han sido consumidos durante siglos como un manjar de la gastronomía de las culturas costeras. Los seres humanos las han consumido desde los cazadores-recolectores del Paleolítico. Esta larguísima relación no es casual, ya que suponían una riqueza alimentaria que justificaba para estas primeras poblaciones asentarse junto a los acantilados.
En este caso, la cadena de supermercados Mercadona ha rebajado su precio, de modo que podemos adquirir 500 g de chirla por 3,85€. Capturadas en el Mar Adriático mediante rastras -aparejos que se emplean para rastrear sobre el fondo para recoger moluscos- son una opción muy valorada por su aportación de nutrientes fundamentales de los que nos podemos beneficiar de una forma muy sabrosa.
Este molusco se clasifica dentro de los lamelibranquios ya que posee dos pares de branquias o sifones, los cuales utiliza para respirar y alimentarse por filtración. A diferencia de otros pelecípodos, la chirla utiliza su pie en forma de hacha para excavar y enterrarse en la arena, como las almejas, berberechos y navajas. Su concha es robusta y de forma ovalada triangular, con una superficie surcada por costillas que se hacen más cercanas a medida que se acercan a la zona ventral.
[El marisco con mala fama pero rico en zinc, bajo en calorías y bueno para el colesterol]
Una alta calidad nutricional
Cada 100 g de este producto aportan únicamente 47 kilocalorías de energía, 0,5 g de grasas y menos de 1 gramo de hidratos de carbono. Es una buena fuente de proteínas, con 10,7 gramos por cada 100 gramos de producto. Además, encontramos varias vitaminas del grupo B, vitamina C y vitamina E y muchos minerales, entre los cuales, calcio, fósforo, hierro, magnesio, selenio, yodo y zinc. Y son ricas en omega 3.
Un estudio publicado en 2007 en la revista científica Food Chemistry destacó que las chirlas del mar Adriático poseen propiedades dietéticas notables, caracterizadas por su bajo contenido de lípidos y colesterol, la presencia de fitoesteroles y altos porcentajes de lípidos poliinsaturados. Todos estos elementos las convierten en una opción atractiva para una dieta equilibrada y saludable.
Las ventajas del zinc
El zinc es un micronutriente esencial para el cuerpo humano. Desempeña un papel crucial en el fortalecimiento del sistema inmunológico al estimular la producción de células T, componentes vitales del sistema inmunológico encargados de combatir las infecciones. Este mineral ayuda a proteger el cuerpo contra agentes patógenos y sustancias extrañas que podrían comprometer la salud.
También cuenta con propiedades antiinflamatorias, con beneficios significativos para la salud de la piel. Desde el tratamiento del acné hasta la mitigación de condiciones como la rosácea, la psoriasis y el eczema, el zinc contribuye a reducir la inflamación y promover la cicatrización de heridas.
El zinc también tiene acción calmante en el sistema digestivo, ayudando a reparar y fortalecer las células que recubren el tracto intestinal. Este mineral facilita la absorción adecuada de nutrientes al mantener las células intestinales en condiciones óptimas, lo que contribuye a la salud y el funcionamiento eficiente del sistema digestivo.
Además, el zinc desempeña un papel crucial en la salud ocular, particularmente en la prevención de la degeneración macular relacionada con la edad. Este mineral se encuentra en niveles elevados en la retina, y trabaja en conjunto con la vitamina A para producir melanina, un pigmento protector para los ojos. Algunos estudios sugieren que la suplementación con zinc puede retrasar o incluso prevenir el daño celular en la retina causado por la degeneración macular relacionada con la edad, lo que podría ayudar a preservar la vista a medida que envejecemos.
Frescas y limpias
Al comprar chirlas, es imprescindible verificar su frescura. Las chirlas frescas deben presentarse cerradas y sentirse pesadas al sostenerlas. La presencia de conchas abiertas indica que el animal está muerto y no debe consumirse, ya que podría representar un riesgo para la salud.
Además de verificar la integridad de las conchas, es esencial realizar una limpieza adecuada antes de cocinarlas. La limpieza ayuda a eliminar cualquier residuo de arena o suciedad que puedan contener. Se recomienda lavar las chirlas varias veces bajo agua fría, removiéndolas y agitándolas suavemente para asegurarse de que se eliminen todas las impurezas. Algunos cocineros sugieren dejar las chirlas en agua fría ligeramente salada durante un tiempo breve para ayudar a expulsar la arena.
Para mantenerlas en óptimo estado, deben guardarse en el refrigerador, preferiblemente en un recipiente perforado y cubiertas con un paño húmedo para mantenerlas húmedas pero no sumergidas en agua, ya que el agua dulce puede matarlas. Además, es recomendable consumirlas lo antes posible para aprovechar al máximo su sabor y calidad.
Siguiendo estos pasos, será posible disfrutar sin riesgo alguno de una de las muchas recetas en las que las chirlas juegan un papel clave. Pueden cocinarse al vapor con hierbas frescas, ajo o vino blanco. Otra opción es cocinarlas a la marinera, con ajo, aceite de oliva y vino blanco, y servirlas con perejil fresco y pan crujiente. También pueden asarse a la plancha o a la parrilla con un poco de aceite de oliva y limón antes de servir.