El huevo, ese ingrediente polifacético que ocupa un lugar preeminente en las cocinas de todo el mundo y en especial en España, se revela a menudo como un enigma culinario en cuanto presenta algún tipo de imperfección. A pesar de su omnipresencia en una vasta gama de recetas, su naturaleza puede sorprendernos, como cuando nos encontramos ante la aparición de manchas rojas en su interior al preparar, por ejemplo, una tortilla francesa.
Este fenómeno, que despierta dudas acerca de la idoneidad del consumo del huevo, remite a la necesidad de entender qué representan estas manchas y cómo abordarlas. Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, pionero en la divulgación con su blog Gominolas de petróleo, aborda el origen de estas inclusiones, distinguiendo entre las manchas de sangre, resultado de pequeñas hemorragias durante el proceso de ovulación, y las manchas de carne, asociadas a la descamación de tejidos internos de la gallina o partículas de calcio.
Estas manifestaciones, lejos de señalar un detrimento en la calidad del huevo, son indicativas de un fenómeno fisiológico natural, vinculado a factores genéticos y que no implica sufrimiento o enfermedad en las aves. La aparición de manchas rojas en la clara o la yema del huevo, si bien puede generar preocupación, no debe ser motivo de alarma ni razón para descartar el huevo. Ya sean restos de sangre o tejido, no afectan la frescura, valor nutricional o seguridad del huevo.
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Además, la inspección y clasificación de huevos juegan un rol crucial en la garantía de su calidad. Los huevos con manchas de sangre detectables suelen ser retirados durante este proceso, aunque aquellos con motas más pequeñas pueden no ser identificados y llegar a manos del consumidor. Este procedimiento de selección asegura que la mayoría de los huevos disponibles en el mercado cumplan con estándares de calidad, aunque el fenómeno de las manchas no se asocia con problemas de salud en las aves, siendo más frecuente en huevos de gallinas marrones, cuya aparición se ve influenciada por la edad de la gallina y niveles de estrés.
Poco común
La diferencia en la incidencia de manchas entre huevos de color y blancos sugiere una mayor facilidad para detectar estas motas en los huevos claros. Este dato, junto con la localización de las manchas, ya sea en la clara o la yema, aporta información valiosa sobre el momento y lugar de la ruptura de vasos sanguíneos durante la formación del huevo, ya sea en el ovario o el oviducto, respectivamente.
Aunque el encuentro con huevos manchados pueda parecer frecuente, la realidad es que constituyen una minoría, estimándose su presencia en solo entre el 1 y el 3% de los huevos comercializados. Este bajo porcentaje se debe a la eficiencia de los procesos de inspección y clasificación, que incluyen la inspección del huevo frente a una luz para detectar anomalías internas, tienden a eliminar aquellos ejemplares con manchas evidentes antes de que alcancen el mercado.
Un alimento nutritivo y seguro
¿Es seguro consumir un huevo con estas características? La respuesta es afirmativa. La presencia de estas manchas no compromete la seguridad del huevo, que puede ser consumido sin riesgos para la salud. No obstante, es posible retirar estas motas con un utensilio antes de su cocción, según recomendaciones de expertos en seguridad alimentaria, evitando así cualquier molestia estética a niños e invitados. Esta práctica, si bien no es necesaria desde un punto de vista de seguridad, puede atender a preferencias personales relacionadas con la apariencia y textura del plato final.
Lo cierto es que la relevancia del huevo en nuestra dieta se extiende más allá de su versatilidad culinaria, abarcando también su contribución a una alimentación equilibrada y saludable. Contrariamente a concepciones pasadas que lo vinculaban negativamente con el colesterol y la salud cardiovascular, investigaciones recientes han reivindicado su valor nutricional. El huevo es una fuente excepcional de proteínas de alta calidad, vitaminas (destacando la B12, D, A, y niacina), y minerales esenciales como el hierro, fósforo y selenio, jugando un papel fundamental en una dieta balanceada.
Es pertinente destacar que la energía proporcionada por el huevo proviene en gran medida de lípidos saludables, principalmente ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, beneficiosos para el sistema cardiovascular. Además, su riqueza en antioxidantes, ácido fólico y colina, subraya su importancia para el correcto funcionamiento del organismo, desmitificando así antiguas creencias y posicionándolo como un alimento beneficioso y recomendable dentro de un consumo moderado.