El pasado lunes se produjo un acontecimiento muy importante y que afectará de manera muy significativa a todos los consumidores de frutas y verduras en España. El Consejo de la Unión Europea y el Parlamento Europeo alcanzaron un acuerdo provisional para intentar reducir los niveles de contaminación en torno a la circulación de envases de plástico en los supermercados.
La idea es que estos envases sean más seguros y sostenibles e intentar que se puedan también reciclar. Además, la Unión Europea pretende también conseguir la prohibición de los llamados químicos permanentes, los PFAS, que están en contacto continuo con algunos de estos alimentos.
Este nuevo acuerdo político tiene que ser adoptado formalmente por ambas instituciones antes de entrar en vigor de manera definitiva. El pacto incluye un gran paquete de medidas para intentar reducir la cantidad de plásticos utilizados y para alargar la vida de los que ya se usan, mejorando la economía circular y la seguridad sanitaria de los consumidores.
¿Cuál será la nueva reglamentación sobre el uso de plásticos en frutas y verduras?
El acuerdo que recoge el Reglamento sobre envases y residuos de envases tiene en cuenta el ciclo de vida completo del embalaje. El objetivo es intentar reducir, reutilizar y reciclar los envases en circulación para así aumentar la seguridad minimizando la presencia de sustancias nocivas.
Las estimaciones de la Unión Europea indican que cada persona genera unos 190 kilos de residuos de envases al año. Sin embargo, las malas noticias son que esta previsión amenaza con llegar hasta los 209 kilos de cara al año 2030. Por ello, a partir de ese año cambiarán muchas normativas que ahora están vigentes y que suponen un problema.
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El acuerdo establece los siguientes objetivos: la reducción de envases en un 5% de cara al año 2030, de un 10% para 2035 y de un 15% para el año 2040. Además, exige a los países de la UE que reduzcan, en particular, la cantidad de residuos de envases de plástico. Por ejemplo, los formatos de envase de un solo uso quedarán prohibidos a partir del 1 de enero del año 2030.
Estos incluyen los envases para frutas y verduras frescas sin procesar, envases para alimentos y bebidas envasados y consumidos en cafeterías y restaurantes, porciones individuales de condimentos, salsas, cremas o azúcar, los envases en miniatura para productos de tocador o los envoltorios para maletas en aeropuertos. También se prohibirán las bolsas de plástico muy ligeras a menos que sean necesarias por cuestiones de higiene.
El acuerdo no solo avanza hacia una menor contaminación, sino que mira por la salud del consumidor abordando la prohibición del uso de los químicos permanentes o eternos, las sustancias alquílicas perfluoradas y polifluoradas o PFAS, en envases en contacto con alimentos.
Dentro de este pacto se incluye también el objetivo de convertir en envases reutilizables el 10% de los que se emplean para embotellar bebidas alcohólicas y no alcohólicas. No obstante, los estados miembros disponen de una excepción de cinco años para cumplir este objetivo bajo determinadas condiciones.
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Otra de las bases es que los distribuidores de comida para llevar estarán obligados a ofrecer a sus clientes la posibilidad de traer su propio envase y se les exigirá que se esfuercen por ofrecer un 10% de los productos en un formato de embalaje reutilizable antes de 2030. También se impulsará la utilización del agua de grifo en formato reutilizable o recargable en bares, cafeterías y servicios de catering.
Los negociadores de este pacto histórico para la UE acordaron que todos los envases deberán llegar a ser reciclables, cumpliendo criterios estrictos que se definirán mediante legislación secundaria. Habrá algunas excepciones para la madera ligera, el corcho, los textiles, el caucho, la cerámica, la porcelana o la cera. Por último, el 90% de los envases de bebidas de plástico y metal de un solo uso de hasta tres litros pasará a recogerse por separado a partir del año 2029.