El ayuno intermitente o alimentación restringida en el tiempo es una de las grandes tendencias recientes en la dietética. Se trata de un patrón alimentario por el que se limitan las horas de ingesta alimentaria, dejando tan solo entre 4 y 12 horas para comer. El ayuno intermitente 16:8 (ocho horas para alimentarse, 16 de ayuno) es de los más populares, pero tendría graves repercusiones para la salud.
Así lo sugiere un nuevo estudio presentado en las Sesiones Científicas de Epidemiología y Prevención de 2024 de la Asociación Americana del Corazón (AHA) que se celebra en Chicago. Aunque estudios previos han determinado los múltiples beneficios del ayuno intermitente, a largo plazo podría ser perjudicial.
La práctica del ayuno intermitente se relaciona con mejoras a nivel cardiometabólico, como mejoras en el control de la glucemia sanguínea, la presión arterial o los niveles de colesterol. Sin embargo, los estudios a largo plazo destacan por su ausencia, y no se poseía suficientes evidencias hasta ahora.
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Victor Wenze Zhong, autor principal del estudio y profesor y director del departamento de epidemiología y bioestadística de la Facultad de Medicina de la Universidad Jiao Tong de Shanghai (China), lo explica de esta manera. "Restringir el tiempo de alimentación diario a periodos cortos, como 8 horas por día, ha ganado popularidad como forma para perder peso y mejorar la salud cardíaca. Sin embargo, se desconocen los efectos a largo plazo de la alimentación con restricción temporal, incluido el riesgo de muerte por cualquier causa o enfermedad cardiovascular".
Así pues, los investigadores se centraron en el ayuno intermitente 16:8 revisando la información sobre los patrones dietéticos de los participantes en las Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición (NHANES) de EEUU entre 2003 y 2018. Los compararon con datos de personas fallecidas en Estados Unidos desde 2003 hasta diciembre 2019, basándose en los datos del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
En total, se recabaron datos de más de 20.000 adultos con una edad promedio de 49 años, llevando a cabo un seguimiendo medio de 8 años con una duración máxima de hasta 17 años. La mitad de los participantes eran hombres y la otra mitad mujeres, siendo el 73.3% adultos blancos no hispanos, un 11% adultos hispanos, un 8% adultos de raza negra no hispanos, y un 6.9% de otras categorías raciales.
La revisión llegó a varias conclusiones sorprendentes:
- Las personas que seguían un patrón alimentario tipo ayuno intermitente 16:8 tenían hasta un 91% más de riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular, siendo este riesgo mayor en aquellas personas que ya padecían alguna enfermedad cardíaca o algún tipo de cáncer.
- Entre las personas ya diagnosticadas de alguna enfermedad cardiovascular, restringir el plazo de alimentación a un periodo de 8 a 10 horas también aumentaba el riesgo de mortalidad por enfermedad cardíaca o accidente cerebrovascular hasta un 66%.
- Realizar una restricción temporal al consumo alimentario, o ayuno intermitente, no se relacionó con una reducción de mortalidad por ninguna causa.
- En contraposición, comer durante un espacio temporal de más de 16 horas al día se asociaba con un menor riesgo de mortalidad por cáncer entre los pacientes ya diagnosticados con algún tipo de cáncer.
"Es sorprendente descubrir que las personas que siguen un horario de alimentación de 8 horas con una restricción temporal tienen más probabilidades de morir por enfermedad cardiovascular", valora Zhong. "Aunque este tipo de dieta se ha popularizado por sus beneficios a corto plazo, nuestra investigación muestra claramente que, en comparación al intervalo de tiempo típico para comer de 12 a 16 horas al día, la restricción temporal no se asociaría con una vida más larga".
Esta información es especialmente importante para pacientes que ya sufren algún tipo de enfermedad cardiovascular o algún tipo de cáncer, dado que en estos casos el ayuno intermitente aumentaría su riesgo de mortalidad más si cabe. En este caso, puntualizan los investigadores, habría que ser cautelosos y personalizar las recomendaciones dietéticas, asegurando que estén alineadas con el estado de salud del paciente y la evidencia científica más reciente.
Los matices
El estudio no carece de limitaciones, reconocen los investigadores, y no se trata de un ensayo clínico. Que exista asociación entre un ayuno intermitente 16:8 y un aumento del riesgo de muerte cardiovascular no significa que esta restricción temporal sea la causa de dicha muerte. Asociación no implica causalidad.
Por otro lado, el estudio dependía de la información dietética de las encuestas realizadas por los mismos participantes, las cuales podrían contener errores de apreciación. Además no se incluyeron otros factores que pudiesen influir en la salud de los participantes, más allá de la duración diaria de las comidas.
Por este motivo, los investigadores quieren centrarse en los posibles mecanismos biológicos en el futuro que puedan explicar las asociaciones entre la restricción alimentaria temporal y los resultados adversos cardiovasculares, además del mayor riesgo de muerte.
Algunos expertos que han leído el estudio apuntan que sería necesario tener más información sobre la calidad de los nutrientes ingeridos por los participantes, más allá del tipo de ayuno intermitente realizado. Sería importante contrastar los resultados del 16:8 con otros tipos de ayuno. Y finalmente, otros factores de riesgo cardio y cerebrovascular -demográficos, socioeconómicos, peso inicial, niveles de estrés- deberían introducirse en la ecuación.