El queso feta es uno de los grandes tesoros de la gastronomía griega. Su uso también está extendido a otros países como Bulgaria, Dinamarca, Rumania, Turquía, Dinamarca y, cómo no, España. Su nombre en griego significa “queso blanco”, lo que ya nos da una idea de algunas de sus características. Se encuadra en la categoría de los quesos frescos, al igual que la mozzarella, el queso de Ricotta, el queso cottage o nuestro queso de Burgos. Para su elaboración, se utiliza leche de oveja o de cabra y se conserva en salmuera.
Además de un alimento muy popular, dentro y fuera de su lugar de origen, tiene una larga historia que se remonta a más de dos mil años. Aunque el término "feta" surgió en el siglo XVII en referencia al corte del queso, su presencia se extiende mucho antes en la literatura. Incluso se menciona una forma primitiva de feta en La Odisea, donde el heroico Ulises arrebata el queso elaborado por el cíclope Polifemo mientras escapa de su caverna.
Hoy en día, el queso feta es uno de los orgullos gastronómicos de Grecia. Tanto es así que su comercialización supone, aproximadamente, el 10% de las exportaciones de alimentos del país. Goza así de un importante nivel de consumo tanto dentro como fuera de sus fronteras, y una excelente reputación a nivel internacional. Y es uno de los pilares de la dieta de la isla de Ikaria, una de las 'zonas azules' de la longevidad mundial.
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Un método y una Denominación de Origen Protegida
Este queso debe su característico sabor y textura, sobre todo, a dos factores que están íntimamente ligados: el método con el que se produce y las condiciones climáticas de Grecia. En primer lugar, las empinadas laderas y el clima cálido y seco limitaban el pastoreo de ganado bovino, llevando a los griegos a centrarse en ovejas y cabras que pudieran prosperar en condiciones más difíciles.
En segundo lugar, Grecia cuenta con más de 6.000 especies vegetales, un 15% de las cuales son exclusivas del país. Es una proporción notablemente alta en comparación con otras naciones de mayor extensión geográfica. Es la combinación de estos factores lo que hace que el queso feta solo pueda producirse en Grecia. De hecho, este popular queso cuenta con el sello de Denominación de Origen Protegida (DOP) desde el año 2002, con el objetivo de garantizar la calidad de los ingredientes empleados.
Para poder ser catalogado y comercializado como tal,solo puede ser elaborado con leche cruda o pasteurizada de oveja o su mezcla con leche de cabra (hasta un 30%) de las regiones del Peloponeso, de Grecia central, de Epiro, de Tesalia, de Macedonia occidental, de Tracia y de las islas de Lesbos y de Cefalonia. Además, esta indicación exige que el queso tenga una humedad máxima del 56% y un contenido mínimo de materia grasa del 43%.
Un queso saludable
En cuanto a sus características y propiedades, el queso Feta es de pasta blanca, de color blanco y de consistencia firme. Su textura y sabor, ligeramente ácido, varían en función de la zona geográfica donde se elabore. En las regiones de Tesalia y de Grecia Central tiene una textura más cremosa y un sabor más intenso, mientras que en Peloponeso es más seco.
Aproximadamente, 100 g de este alimento ofrecen un valor energético de 270 kcal, 22,5 g de grasas -de las cuales 15,5 g son grasas saturadas-; 0,4 g de hidratos de carbono, todos provenientes de azúcares; 16,4 g de proteínas; y 2,5 g de sal. Le acompañan altos niveles de calcio y vitamina B12, fósforo, cobre, zinc, manganeso, selenio y vitamina B6, y en cantidades más bajas, hierro, magnesio, potasio y vitamina A. Además, cuenta con ácidos grasos saludables, como el ácido linoleico (conocido también como Omega-6).
Como todos los quesos, el feta tiene propiedades muy interesantes fruto para nuestra salud, siendo preferible optar por productos que no contengan aditivos. Por citar solo algunos ejemplos, son una excelente fuente de proteínas y calcio, fundamentales para el desarrollo muscular y la salud ósea. Pero una de las particularidades de este queso griego lo encontramos en sus propiedades para la salud digestiva.
Probióticos y levadura
Los probióticos, microorganismos vivos que ofrecen beneficios para la salud cuando se consumen en cantidades adecuadas, desempeñan un papel destacado en el queso feta. Específicamente, ciertas cepas de Lactobacillus presentes en este queso actúan como probióticos, promoviendo el equilibrio y la salud intestinal. La flora intestinal, compuesta por una diversidad de bacterias y microorganismos en el tracto gastrointestinal, es vital para una digestión eficiente y una función inmunológica óptima.
Además, las levaduras presentes en el queso feta destacan por su capacidad para sobrevivir en entornos ácidos, como el ácido estomacal. Esta habilidad es esencial para mantener la salud digestiva, ya que permite que los microorganismos beneficiosos alcancen el intestino y continúen generando sus efectos positivos.
Eso sí, hay que tener algo de cuidado y evitar excesos debido a su cantidad de grasas, algo común en a mayoría de los quesos. Es cierto que parte de ellas pueden tener efectos positivos, como el Omega 6. No obstante, como cualquier producto de estas características, podremos disfrutarlo sin ningún problema siempre que lo hagamos con mesura y moderación.