Con la proximidad del verano y el aumento progresivo del calor en España, muchos se relamen pensando en la fruta de temporada: la sandía. Está compuesta de un 92% de agua, perfecta para hidratarnos bajo las altas temperaturas, pero también es rica en múltiples nutrientes beneficiosos. Siempre, eso sí, que no nos pasemos de dosis.
Aunque pueda sonar exagerado, un exceso de sandía puede ser perjudicial en determinados casos. Así lo han confirmado tres casos publicados en la revista Annals of Internal Medicine: la sandía es rica en potasio, y aumentar la ingesta a través de esta fruta puede llegar a ser dañino si se sufren patologías como la enfermedad renal crónica.
Se calcula que en España el 14% de los adultos sufre enfermedad renal crónica, es decir, alrededor de 7 millones de personas. Sin embargo, también se considera infradiagnosticada, con muchos que la padecen sin saberlo. También se relaciona significativamente con la diabetes tipo 2 o la hipertensión, aunque también puede presentarse por separado.
La enfermedad renal crónica provoca una alteración de la capacidad de los riñones para filtrar la sangre y eliminar los desechos del organismo. También tiende a diagnosticarse en etapas avanzadas. Frente a los problemas asociados a esta filtración, se debe tener especial cuidado con determinados alimentos que, en personas sanas, no causarían problemas en las mismas proporciones.
Entre los puntos a tener en cuenta destaca el potasio, un ion necesario para la vida, y el cual suele consumirse de forma deficitaria en determinadas poblaciones, como hemos comentado en más de una ocasión en EL ESPAÑOL. El potasio colabora en la regulación del ritmo cardíaco, la contracción muscular y la correcta función nerviosa, además de regular los niveles de líquido intracelular. Sus niveles óptimos oscilan entre 3.6 y 5.2 mmol/L, y tanto su déficit como su defecto pueden ser problemáticos.
Tanto la hipopotasemia (falta de potasio) como la hiperpotasemia (exceso de potasio) pueden llegar a ser mortales, pero sus déficits leves suelen ser asintomáticos. Pero el exceso a partir de 6.5-7 mmol/L ya produce síntomas a nivel cardíaco, debilidad muscular, parálisis y en algunos casos un desenlace fatal.
El problema en el caso de los pacientes con enfermedad renal crónica es que el exceso de potasio puede no dar síntomas hasta que sus niveles son muy elevados. La ingesta de alimentos ricos en potasio como la sandía puede llegar a ser fatal cuando el paciente ignora que se acerca al umbral de riesgo.
Los casos reales
El primer caso descrito es el de un paciente de 56 años con diabetes y enfermedad renal grave, que fue ingresado en la UCI tras perder el conocimiento, detectándosele una frecuencia cardíaca de 20 latidos/minuto, y una tensión de 62/32 mmHg. En sus análisis se objetivó un potasio de 7 mmol/L: había ingerido grandes cantidades de sandía todas las noches durante dos meses.
El segundo caso fue el de un hombre de 72 años diagnosticado de miocardiopatía isquémica -daño cardíaco tras haber sufrido un infarto- y portador de un desfibrilador automático implantable. En este caso, ingresó en UCI tras una descarga provocada por un nivel de potasio de 6.6 mmol/L, una taquicardia ventribular y una fibrilación ventricular. El paciente había estado bebiendo dos vasos de zumo de sandía al día durante todo el mes anterior. No sufría de enfermedad renal, pero tomaba medicamentos antihipertensivos.
El tercer caso descrito fue el de una mujer de 36 años con enfermedad renal terminal en hemodiálisis. Se le encontró una hiperpotasemia asintomática persistente en sus análisis mensuales de control, a pesar de su diálisis. Llegó a tener el potasio en 7.4 mmol/L, cuando sus niveles habituales eran de 5 mmol/L. Admitió tomar grandes cantidades de sandía todos los días durante las tres semanas anteriores, lo que explicaría su hiperpotasemia.
Una rodaja de sandia contiene 320 mg de potasio, y una rodaja grande puede superar los 5.000 mg, lo que implica 1.5 veces la ingesta diaria recomendada. Este mineral se encuentra en frutas como orejones, ciruelas pasas, plátano y múltiples zumos. Además, también se encuentra en legumbres, patata, espinacas, tomate, brócoli, carne y pescado. Se trata de alimentos saludables y recomendables, pero siempre con la habitual moderación.