A primera vista, su presencia puede pasar desapercibida, perdido entre las rocas y las mareas cambiantes. Sin embargo, detrás de su discreta concha se esconde un universo de maravillas y beneficios que merecen ser explorados y valorados. Hablamos del mejillón, un marisco que tiene un valor importante para la gastronomía española, pero también para la economía. Tanto es así que el cultivo de este humilde mariscos supuso casi el 80% de las 326.520 toneladas que produjo el sector acuícola en 2022, con valor económico de 159 millones de euros.
Estos moluscos bivalvos, con una característica concha negra por fuera y un tono anaranjado por dentro, son criaturas marinas que prosperan en ambientes costeros rocosos y aguas salobres. Escondidos por su concha, en forma de media luna, esta no solo los protege, sino que también les permite abrirse y cerrarse para filtrar el agua circundante y obtener nutrientes esenciales. Su capacidad de filtrar hasta 8 litros de agua por hora para alimentarse no solo garantiza su propia supervivencia, sino que también contribuye al equilibrio de los ecosistemas costeros.
Los mejillones, con una historia culinaria tan rica como su sabor, han desempeñado un papel destacado en la gastronomía desde tiempos antiguos. Desde las comunidades costeras indígenas de América del Norte y Europa hasta los fastuosos banquetes de la antigua Roma, estos mariscos han sido apreciados como una delicia culinaria.
Gastronomía
En la antigüedad, tanto los nativos americanos como los colonos europeos se beneficiaban de la abundancia de mejillones en las regiones costeras, utilizándolos como una fuente básica de alimento. En la Roma antigua, los mejillones eran considerados un manjar y eran una parte destacada de los lujosos banquetes romanos. Los romanos incluso cultivaban mejillones en estanques, una práctica que se extendió por Europa durante la Edad Media, donde se convirtieron en un plato popular entre la gente común.
En la gastronomía moderna, los mejillones siguen siendo muy apreciados y se pueden encontrar en una variedad de platos deliciosos. Por ejemplo, en Francia, los moules marinières, preparados con vino blanco y chalotas, son un clásico atemporal. En Bélgica, los moules-frites (mejillones con patatas fritas) son considerados un auténtico plato nacional.
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En nuestro país también son una pieza clave las cocinas de algunas zonas. En Galicia, famosa por su marisco, los mejillones a la gallega son un plato emblemático: cocidos al vapor con ajo, pimentón y aceite de oliva, son simples pero llenos de sabor. En Cataluña, se preparan con salsa de tomate y vino blanco, una combinación deliciosa. En Andalucía, se añaden a paellas y arroces marineros, mezclando su sabor con otros mariscos y especias. Un éxito que está respaldado, entre otras razones, por ser uno de los mariscos más económicos.
Pocas calorías
Dado que gran parte del mejillón está compuesto por su concha, solo alrededor del 25% del producto fresco es comestible. En términos de composición nutricional, los mejillones son notablemente ricos en proteínas de alta calidad, aunque en cantidades ligeramente menores en comparación con otros moluscos. Además, contienen muy poca grasa, lo que los convierte en una opción de bajo contenido calórico.
En cada 100 g de porción comestible, los mejillones ofrecen alrededor de 60 calorías, junto con una cantidad significativa de proteínas de alta calidad, totalizando 10,8 g. En términos de lípidos, contienen un total de 1,9 g, compuestos por 0,41 g de ácidos grasos saturados, 0,35 g de ácidos grasos monoinsaturados y 0,52 g de ácidos grasos poliinsaturados. Destacan como una fuente valiosa de ácidos grasos omega-3, con un contenido de 0,259 g.
Además de su perfil nutricional en proteínas y grasas, los mejillones también contienen una variedad de minerales esenciales, como hierro, calcio, potasio, zinc, magnesio, sodio y selenio. En términos de vitaminas, son una fuente significativa de vitamina B1 (tiamina), B12, B3, B6, B9, vitamina C y vitamina E. Esta combinación de nutrientes esenciales hace que los mejillones sean una opción valiosa para una dieta equilibrada y nutritiva, con muchas propiedades para la salud.
Buenos para la circulación
Los mejillones desempeñan un papel significativo en la promoción de una circulación sana al fortalecer las paredes arteriales, facilitando así un mejor flujo sanguíneo hacia los órganos vitales y los músculos. Esta característica es esencial para mantener un sistema circulatorio robusto.
De manera sorprendente, una única porción de 100 g de mejillones proporciona un 300% del valor diario recomendado de vitamina B12. Esta vitamina esencial es crucial para la salud cerebral, y hasta una deficiencia leve puede ocasionar síntomas como mala concentración, lapsos de memoria, estado de ánimo bajo y función cognitiva deteriorada.
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Investigaciones respaldadas por la Asociación Americana del Corazón resaltan los beneficios cardioprotectores de los mejillones, principalmente debido a sus altos niveles de ácidos grasos omega 3. Estas grasas saludables no solo reducen el riesgo de latidos cardíacos irregulares, sino que también disminuyen la acumulación de colesterol, reduciendo así la probabilidad de enfermedades cardíacas e infartos.
Los mejillones son una excelente fuente de hierro, con una porción de 100 gramos de mejillones cocidos que proporciona más del 100% del valor diario recomendado para personas mayores de 50 años. De hecho, esta proporción es superior incluso al de muchas carnes como la de cerdo o ternera. Este es un mineral crucial para la producción de glóbulos rojos y la formación de proteínas que transportan oxígeno como la hemoglobina y la mioglobina.