Hoy, Japón es el país líder en esperanza de vida. La expectativa de la que disfrutan los nipones supera los 84 años -87 años para las mujeres y 81 para los hombres-. De hecho, alrededor de 90.000 personas superan el siglo de vida. A pesar de que este es uno de los aspectos más conocidos del país asiático, la realidad es que no siempre fue así. En los años 60, Japón tenía una baja expectativa de vida comparada con otros países desarrollados, una situación debida a la prevalencia de enfermedades cardiovasculares y cáncer de estómago, que disminuyeron gracias a la reducción en el consumo de sal.
En este camino que les ha conducido al primer puesto, hay varias claves. Pero, sin duda, una de las más importantes es la alimentación. Así lo afirma, entre otros, Nagayama Hisao, investigador de la cultura y la historia de la alimentación nonagenario. En su mensaje, defiende dos cosas: que la esencia de la gastronomía nipona es expresar el agradecimiento hacia la naturaleza por los frutos que nos nutren, así como hacia quien los cocina, y que los productos naturales son una fuente inagotable de salud.
El enfoque gastronómico de Hisao es notablemente sencillo y respetuoso. Por un lado, se basa en disfrutar al máximo el sabor natural de los ingredientes, evitando excesivas adulteraciones. Por otro lado, aprovechar el ciclo estacional en Japón, utilizando ingredientes en su máximo esplendor durante su época del año correspondiente. Además, enfatiza la importancia de cocinar con productos seleccionados en cada fase de la temporada: hashiri (inicio), sakari (medio) y nagori (final).
Ocho alimentos clave
Basado en estos fundamentos, Hisao, convencido de la estrecha relación entre la alimentación y la longevidad, ha identificado ocho ingredientes clave para una dieta que promueva una vida larga y saludable: legumbres, sésamo, pescado, pollo, ciruelas japonesas, ajo, verduras y alga kombu. Con esta premisa en mente, Hisao no duda en recomendar un "cocido centenario" que integre todos estos elementos.
Entre todos estos alimentos, Hisao destaca especialmente los productos fermentados, una práctica profundamente arraigada en la gastronomía japonesa desde hace siglos. Esta técnica ancestral no solo infunde sabores únicos a los alimentos, sino que también ofrece beneficios para la salud y contribuye a la preservación de los alimentos. El proceso implica el cultivo controlado de microorganismos como bacterias, levaduras y hongos en ingredientes básicos como la soja, el arroz y otros granos.
Un ejemplo emblemático de esta tradición son las umeboshi, ciruelas japonesas fermentadas y saladas, derivadas del árbol de ume. Estas ciruelas, sometidas a un meticuloso proceso de fermentación, salazón y secado al sol durante el verano, adquieren un sabor distintivo. Hisao señala la importancia de este alimento, tanto que conserva un bote desde hace más de 90 años. En su pueblo natal, era común macerar ciruelas al nacer un hijo. Al mudarse a Tokio a los 25 años, lo encontró en una maleta enviada por su madre, convencida de su capacidad para protegerlos de las enfermedades de la gran ciudad.
Beneficios probados
Más allá de las atribuciones que la cultura popular ha dado a las umeboshi, la ciencia ha aportado evidencias de sus propiedades para la salud. Estudios han demostrado que el consumo de umeboshi podría ayudar a preservar la función hepática y reducir el daño hepático en personas con enfermedades del hígado, como la cirrosis y la enfermedad hepática grasa no alcohólica.
Además, gracias a su alto contenido de fibra, el umeboshi puede apoyar la digestión y la salud del tracto gastrointestinal, al tiempo que actúa como un laxante natural para tratar el estreñimiento. Investigaciones sugieren que ciertos compuestos presentes en el umeboshi podrían tener propiedades anticancerígenas al detener el crecimiento de células cancerosas, particularmente en casos de cáncer de hígado, páncreas, mama y piel.
El umeboshi es una fuente importante de antioxidantes. Un estudio de 2014 demostró que los antioxidantes que se encuentran en la fruta son especialmente efectivos para neutralizar los radicales libres y proteger contra el daño celular, reduciendo así el riesgo de enfermedades crónicas como enfermedades cardíacas, cáncer y diabetes. Los polifenoles presentes en el umeboshi pueden beneficiar la salud ósea al aumentar la producción de colágeno y mejorar la función de los osteoblastos, células responsables de la síntesis ósea, lo que puede ayudar a prevenir la osteoporosis y reducir el riesgo de fracturas.
Además, se han probado sus propiedades antibacterianas que pueden inhibir el crecimiento de bacterias causantes de enfermedades orales, lo que podría ayudar a prevenir la formación de caries y mejorar la salud bucal en general. Del mismo modo, algunos estudios señalan que puede ayudar a estabilizar los niveles de azúcar en sangre al afectar un receptor específico responsable de aumentar la absorción de glucosa en el cuerpo, lo que podría ser beneficioso para las personas con diabetes o prediabetes.