Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad es una enfermedad crónica caracterizada por el exceso de grasa. Se diagnostica midiendo el peso y la altura para obtener un Índice de Masa Corporal (IMC) que se considerará óptimo o "normopeso" si se encuentra entre los valores de 18.5 y 24.9.
Sin embargo, a partir de un valor de 25 se considerará sobrepeso, y con 30 o más, obesidad. Estas dos características son perjudiciales para la salud y se han relacionado con multitud de enfermedades responsables de reducirla esperanza de vida. Sin embargo, su efecto sería paradójicamente protector en algunos casos.
Así lo sugiere un nuevo metanálisis publicado en el Journal of Clinical Medicine, a cargo de los investigadores del Instituto Militar de Medicina de Legionowo y la Universidad Médica de Varsovia, en Polonia. Su tesis es que el bajo peso y la obesidad avanzada serían perjudiciales, pero el sobrepeso al límite de la obesidad "protegería" frente a la muerte.
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La paradoja de la obesidad
La obesidad no es solo una relación entre peso y altura. También asocia una composición corporal anormal. La obesidad es una enfermedad inflamatoria crónica, en la cual los adipocitos o células grasas se vuelven disfuncionales y liberan moléculas inflamatorias. Esto, en consecuencia, ocasiona una inflamación de bajo grado que acaba dando lugar a multitud de patologías crónicas: enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes tipo 2 e incluso varios tipos de cáncer.
Sin embargo, múltiples estudios apuntan a que el IMC óptimo no estaría entre 18.5 y 24.9 como se solía creer. En pacientes con enfermedad renal crónica, un IMC superior a 24.9 se asocia con menor mortalidad. En pacientes con diabetes, hay menos mortalidad en los que padecen obesidad respecto a los de normopeso. Incluso en los pacientes diagnosticados con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y en aquellos diagnosticados de insuficiencia cardíaca, el sobrepeso se traduce en una menor mortalidad en comparación al normopeso.
Es lo que se conoce como "paradoja de la obesidad". Algunas teorías sugieren que se debe a que los sujetos delgados que se incluyen en los estudios están más enfermos que los obesos, y su baja masa corporal sería atribuible a la caquexia. La desnutrición y el bajo peso también se asocian a una inflamación y deterioro de la función del sistema inmune. Otras teorías sugieren que el tejido graso de los pacientes con obesidad retiene las toxinas lipófilas, evitando su toxicidad generalizada.
Se han llegado a argumentar fallos metodológicos en los estudios. Para llegar al fondo del asunto, los investigadores realizaron una revisión sistémica y un metaanálisis realizando búsquedas en PubMed sobre artículos publicados durante el siglo XXI. Finalmente se incluyeron 82 artículos donde participaron 2,7 millones de pacientes y 23,4 millones de pacientes-año.
Según sus resultados, tras evaluar evidencia de estudios realizados en el mundo real, se objetivó una clara relación en forma de U entre el IMC y la mortalidad por cualquier causa, siendo la mortalidad más baja en el rango de IMC de 25 a 30 km/m2, el del 'sobrepeso'. Esto implicaría que la mortalidad aumentaría tanto en un IMC inferior a 25 como en un IMC superior a 30. Por otro lado, en pacientes ancianos, un IMC inferior a 20 se asociaría con un mayor riesgo.
En pacientes diagnosticados de diabetes en particular, un IMC inferior a 20 y un IMC superior a 35 se relacionaría con el mayor riesgo de mortalidad de forma similar. Finalmente, en pacientes diagnosticados con enfermedad cardiovascular, el riesgo de mortalidad aumentaría a partir de un IMC de 25, pero no cambiaría notablemente a partir de dicho valor.
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Una posible explicación de estos resultados es que la composición corporal explicaría mejor el riesgo de mortalidad que el IMC como tal. Este análisis revela más información y lo hace de forma más completa, dado que se tiene en cuenta el porcentaje de masa muscular, masa grasa, masa ósea y agua del organismo. Y a mayor cantidad de grasa visceral, mayor riesgo de mortalidad.
Una mayor proporción de masa muscular, por otra parte, se asociaría con una mejor salud. Y precisamente esto podría explicar porqué un IMC superior a 25 sería un factor protector, dado que es habitual que una persona con mayor porcentaje de musculatura suela superar fácilmente dicho IMC en lugar de mantenerse en un IMC "óptimo" entre 18.5 y 24.9 habitual.
Como conclusión final, los autores instan a seguir investigando ya que su meta-análisis carecía de suficientes datos, pero sus resultados preliminares sugieren que el IMC óptimo en cuanto a mortalidad estaría en un rango de 25 a 30. No se puede descartar, finalmente, que el porcentaje real de masa muscular y masa grasa tengan un efecto en esa relación presuntamente paradójica.