La carne roja es uno de los alimentos más apreciados en todo el mundo, pero en los últimos años se han ido descubriendo los inconvenientes que tiene abusar de ella. A pesar de que esto también sucede en España, en nuestro país tenemos la suerte de que también triunfe el pescado, de cualquier tipo y en cualquier elaboración. No sólo contiene tantas proteínas como la carne, por lo general, sino que es mucho más saludable. Su consumo se relaciona con muchos beneficios, aunque el más importante es la protección que brinda al corazón.
Tampoco es necesario gastar demasiado dinero para recibir estos beneficios porque incluso los pescados más humildes pueden otorgarlos. Este es el caso de las sardinas en lata, un pescado en conserva que representa una de las opciones más saludables que podemos comprar en el supermercado. Estas latas raramente superan los dos euros en el súper y, a pesar de ello, son uno de los pescados que podemos comprar con menos mercurio de todo el supermercado y esto se debe a su pequeño tamaño.
En realidad, el mercurio se encuentra en mares y ríos de manera natural, debido a las erupciones volcánicas y también a la erosión de las rocas. Ahora bien, su presencia en estos lugares en la actualidad se ha multiplicado por la acción del hombre. Las actividades como la minería o la industria fomentan una mayor concentración de este metal pesado en el hábitat de los pescados que luego consumimos. Todos ellos pueden recibir cierta cantidad de mercurio, pero son los grandes depredadores los que acumulan más.
Grasa saludable
Cuando uno de estos peces devora a otro, adquiere también el mercurio que se almacenaba en sus carnes. Por eso, los grandes pescados, como los atunes o los peces espada que proceden del medio salvaje, son los que más mercurio acumulan en su carne. Los más pequeños, por su parte, contienen una baja cantidad de este metal y en este grupo se encuentran, precisamente, las sardinas. Esta es, sin duda, una de las razones por las que se trata de uno de los pescados más saludables que podemos comprar, pero no la única.
Las sardinas son, además, un tipo de pescado azul, lo que significa que contienen una alta proporción de grasas. Sin embargo, las grasas que contienen son muy recomendables porque se asocian con beneficios para el corazón. La sardina tiene de manera natural un 7,5% de grasa, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), pero la gran mayoría está formada por ácidos grasos insaturados y, más concretamente, por el omega-3. Esta grasa también se encuentra en otros alimentos cardiosaludables, como los frutos secos.
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Tal y como explica la Clínica Universidad de Navarra (CUN), consumir este omega-3 de las sardinas es importante para "fortalecer las neuronas, mantener el corazón sano y protegerlo frente a accidentes cerebrovasculares. Además de sus efectos antiinflamatorios, el omega-3 puede resultar útil para bajar la presión arterial". Es especialmente importante consumir alimentos ricos en este tipo de grasa porque nuestro cuerpo es incapaz de producirla por sí misma. Y, además, existen hasta tres tipos diferentes de omega-3.
Son el alfa-linolénico (ALA), el eicosapentaenoico (EPA) y el docosahexaenoico (DHA). Los pescados, como la sardina, suelen tener una mayor cantidad de EPA y de DHA, que se han encontrado en la retina del ojo, en el cerebro e, incluso, en los espermatozoides. Por su parte, el ALA se encuentra más abundante en aceites como el de soja o el de linaza y es capaz de convertirse en cantidades pequeñas de EPA y de DHA. Las sardinas, por lo tanto, son un bocado muy proteico y rico en grasas cardiosaludables que son esenciales. Si bien otros pescados azules también cumplen esas dos características, las sardinas destacan por su pequeño tamaño y, por lo tanto, por su baja cantidad de mercurio.