A la hora de elegir una conserva con aceite, seguramente todos los consumidores sabrán a estas alturas que es preferible optar por aquellas con aceite de oliva virgen extra en comparación con otras calidades de aceite y -especialmente- con las de aceite de girasol. Sin embargo, cuando entran en juego otros métodos de conservación como el escabeche, es normal que nos surjan dudas.
A estas cuestiones responde Raquel Fernández, miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas y del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de La Rioja (Codinular). En una entrevista con Europa Press, destaca que su recomendación es siempre la de optar por las conservas al natural, añadiendo en casa el aceite de mayor calidad por nuestra cuenta.
"De esta forma, te aseguras de lo que estás tomando. Yo suelo recomendar las naturales, pero si nos aseguramos de que el aceite que llevan es de oliva virgen, también podrían ser saludables", valora.
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Ante la duda de si habría que desconfiar en ocasiones de los aceites de oliva usados para las conservas porque "estos pueden ser refinados", la dietista-nutricionista invita a fijarnos en el etiquetado "más que en el marketing". El tipo de aceite en el que va el producto en conserva estará especificado en el listado de ingredientes del producto. "Por supuesto, siempre será mejor un aceite de oliva virgen", subraya Fernández.
¿Y qué hay de la práctica muy extendida de emplear el aceite que lleva la conserva para aliñar por ejemplo la ensalada a la que la añadimos? La especialista responde que ella es partidaria siempre de tirar ese aceite, si bien podemos decidir reutilizarlo "en función de lo que contenga", es decir, de su calidad.
"En general, las conservas pueden ser un perfecto aliado en tu despensa tanto para legumbres, verduras, o pescados", considera la dietista-nutricionista. Pero lanza una advertencia. "Como todos los alimentos procesados debemos asegurarnos de qué ingredientes llevan". En estos casos, hay que ser cuidadosos con las proporciones de grasas -frecuentemente añadidas por aceites y escabeches- y otros aditivos perjudiciales, frecuentemente la sal en este caso.
Preguntada finalmente por cinco ejemplos de conservas saludables para tener en nuestra despensa, Fernández se decanta por las siguientes:
1) Bote de legumbres simplemente cocidas.
2) Conservas de encurtidos.
3) Preparados de verduras limpias como acelga, cardo, o borraja.
4) Conservas de pescados y moluscos al natural: mejillones, berberechos, o melva.
5) Conservas de piña o de melocotón al natural, o en su propio jugo.
La dietista-nutricionista advierte no obstante de con otro tipo de aditivos que no esperaríamos encontrar en estos alimentos y con los que hay que tener cuidado, como los azúcares añadidos, presentes en abundancia en preparados como los guisos de lata para corregir el sabor. En otras ocasiones se encuentran conservantes cuya función es alargar la vida útil del producto, y no nos deben preocupar.
En último lugar, la experta recuerda que "es de vital importancia" tener en cuenta la seguridad alimentaria cuando hablamos de conservas. "En algunos lugares son muy habituales las elaboraciones de conservas en domicilios, y hay que tener en cuenta los posibles riesgos asociados si no llevamos a cabo las medidas de higiene y seguridad alimentaria adecuadas", concluye.