El marisco tiene fama de provocar colesterol y de ser un capricho caro, pero no todos ellos son iguales. Algunos pueden ser muy económicos, deliciosos y también una buena opción para cuidar de nuestra salud cardiovascular. En este sentido, el mejillón es uno de los que más nos gustan en España, sobre todo en verano o en Navidad, y a pesar de ser un bocado más humilde, se ha asociado con varios beneficios para la salud cardiovascular. Nuestro país, precisamente, es uno de los mayores productores de este molusco.
Tal y como explica el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), los mejillones españoles se producen en la acuicultura y, principalmente, en Galicia y en el Mediterráneo. Su presencia en nuestra gastronomía es bien conocida, aunque es posible que sus beneficios hayan pasado más desapercibidos. Los mejillones son también un alimento compatible con el consumo de una dieta de adelgazamiento porque tienen una escasa cantidad de grasas y un número total de calorías bastante bajo.
Los mejillones tienen unas 60 kilocalorías por cada 100 gramos y este bajo nivel energético se debe a que prácticamente toda su composición está formada por agua: hasta el 87,3% está formado por el líquido elemento. El nutriente más abundante en este marisco es la proteína, casi el 11% de su composición está formada por él. Además de presentarse en una buena proporción, las proteínas de los mejillones se consideran de fácil absorción y de buena calidad, porque contienen todos los aminoácidos esenciales.
Variedad de minerales
Apenas contienen un 2% de grasa y, además, la mayor parte de ellas son insaturadas. Es decir, que su consumo regular se asocia a un mejor perfil de colesterol en sangre: son capaces de reducir el colesterol LDL (la lipoproteína de baja densidad, que se considera como el colesterol malo) e, incluso, de aumentar el colesterol HDL (considerado como el colesterol bueno). De hecho, los mejillones contienen cierta cantidad de ácidos grasos omega-3, que reducen los triglicéridos y se asocian a un menor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.
"De su contenido en minerales el selenio es el más destacado, siendo los aportes de una ración casi suficientes como para cubrir el total de las ingestas de selenio recomendadas al día para mujeres en edades comprendidas entre los 20 y los 39 años y actividad física moderada", explica el MAPA. "En segundo lugar, destacan los aportes de hierro, fósforo y yodo. El hierro que contienen —4,5 gramos por 100 gramos de carne de mejillón— es superior incluso al de muchas carnes como la de cerdo o ternera".
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De todas formas, el ministerio recuerda que los mejillones se suelen consumir en cantidades inferiores a las carnes y con menos frecuencia. En cualquier caso, los mejillones y los mariscos más económicos son una buena opción para sustituir algunas raciones de carne roja que tomamos a la semana. Mientras que las carnes rojas sí que han sido asociadas a ciertas enfermedades, el perfil de los mejillones les acercan más a ser considerados como un alimento protector.
También los mejillones son ricos en vitaminas del grupo B y, especialmente, la vitamina B12. Según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), esta vitamina ayuda a mantener la salud de las neuronas y de la sangre. "Contribuye a la formación del ácido desoxirribonucleico (ADN), el material genético en todas las células. Asimismo, ayuda a prevenir la anemia megaloblástica, un trastorno de la sangre que causa cansancio y debilidad".
Los mejores mejillones que podemos comprar en el supermercado son aquellos que se venden en la pescadería para cocerlos en casa, pero también los que se venden al natural en lata. No sólo se pueden tomar con un poco de limón como aperitivo, sino que también se pueden poner en una ensalada, en un arroz o, incluso en un plato de pasta.