La Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) ha recordado la importancia que tienen para la salud el sueño y la alimentación en el marco del Día Nacional de la Nutrición. El coordinador del Grupo de Trabajo de Nutrición de SEMERGEN, José Manuel Fernández, ha resaltado que "la falta de sueño se asocia con disfunción inmune y neurocognitiva, diabetes, sobrepeso, obesidad, estrés, accidentes y con un mayor riesgo de presentar eventos cardiovasculares".
"Nuestra alimentación y nuestros patrones de sueño están estrechamente vinculados y juntos desempeñan un papel decisivo en nuestra salud física y mental. No solo se trata de comer bien o dormir el número de horas recomendado, sino de cómo estos elementos interactúan entre sí. Los nutrientes que consumimos influyen en la estructura y calidad de nuestro sueño", explica según recoge Europa Press.
Según Fernández, la falta de sueño puede desequilibrar las hormonas, "aumentando los antojos y la tendencia a consumir alimentos más calóricos o ricos en azúcares y grasas. Como médicos de familia, tenemos una posición única para observar y tratar los patrones de vida de nuestros pacientes. Es imperativo que eduquemos sobre la importancia de estos dos hábitos, no solo individualmente, sino también en cómo se entrelazan".
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Por todo ello, SEMERGEN ha aconsejado establecer una serie de estrategias para integrar el sueño y la nutrición en la vida diaria. En este sentido, la Sociedad recomienda evitar los alimentos ricos en aminoácidos tirosina y fenilalanina a últimas horas de la noche, como la carne roja, los huevos y el jamón. También desaconseja cenar las frutas ricas en vitamina C, como el kiwi o las naranjas.
Susana Primo, miembro del Grupo de Trabajo de Nutrición de SEMERGEN, aconseja consumir una dieta rica en nutrientes esenciales como el magnesio y el triptófano -precursor de melatonina y serotonina- por la tarde-noche. Esto alimentos incluyen los lácteos, plátanos, carne, pescado azul o frutos secos (nueces).
También aboga por los hidratos de carbono de absorción lenta, como la miel en pequeña cantidad, que puede promover un mejor patrón de sueño, disminuyendo incidencias de insomnio y mejorando la calidad del descanso nocturno.
En cuanto al sueño, recomienda dormir las horas necesarias recomendadas. Las necesidades de sueño varían a lo largo de la vida en función de la edad: recién nacidos (0-3 meses): 14-17 horas; lactantes (4-11 meses): 12-16 horas; niños pequeños (1-2 años): 10-14 horas; niños en edad preescolar (3-5 años): 9-13 horas; preadolescentes y adolescentes (6-17 años): 8-12 horas; adultos (18-64 años): 7-9 horas, y ancianos (> 65 años): 7-8 horas.
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Además, es importante mantenerse dentro de los límites recomendados, ya que tanto el exceso como la privación de sueño son perjudiciales para la salud. Así como, establecer y mantener horarios regulares tanto para las comidas como para el sueño. Por último, aconseja limitar la siesta a un máximo de 20-30 minutos tras la comida y realizar ejercicio de forma regular.