La medicina avanza a buen ritmo y cada vez aparecen nuevos tratamientos que son muy prometedores para tratar las enfermedades que causan más mortalidad en el mundo. Sin embargo, al mismo tiempo los expertos se están dando cuenta de la importancia que tienen los hábitos saludables en este sentido. Una buena parte de las enfermedades cardiovasculares y de los cánceres, las dos principales causas de mortalidad en España, son evitables si se lleva a cabo una dieta saludable, ejercicio físico o se evitan sustancias como el alcohol y el tabaco.
Pero, ¿qué deberíamos comer? Lo importante, en este sentido, es que la dieta en general sea saludable y no ir buscando supuestos superalimentos que consumamos de manera independiente. Por suerte, los científicos aseguran que la dieta mediterránea es una de las más efectivas a la hora de prevenir tanto las enfermedades cardiovasculares como el cáncer. Aunque la dieta mediterránea es la que se ha practicado históricamente en España, en los últimos años se ha hecho más habitual la presencia de ultraprocesados en la alimentación de nuestro país.
"Esta dieta pone el énfasis en el consumo de frutas y de verduras mientras que limita la cantidad de carne roja. Aunque hay un buen número de razones por las que este tipo de dieta puede ser beneficiosa, una razón notable es que el número de vitaminas y minerales en esta dieta está más allá de la que cualquiera podría obtener de las carnes rojas y procesadas", explica Daniel Landau, oncólogo y hematólogo en la Universidad de Medicina en Carolina del Sur (Estados Unidos).
Su vínculo con el cáncer
Los componentes de la dieta mediterránea, según Landau, favorecen la disminución de la inflamación y, de esta manera, reducen el riesgo de padecer cáncer. Ahora bien, Landau explica que se cuida de consumir un tipo de alimentos que en España generan auténtica devoción. Se trata de las carnes procesadas, un grupo de comidas que abarcan desde las salchichas de Frankfurt o las hamburguesas, hasta el chorizo o el jamón serrano. Entre ellos hay diferencias de calidad y también en cómo afectan al organismo, pero en general su consumo se considera carcinogénico.
"Evito comer carnes procesadas porque contienen nitrosaminas", explica Anaum Maqsood, oncóloga gastrointestinal. "Las nitrosaminas son consideradas como un fuerte carcinógeno y ha sido asociado con varios tipos graves de cáncer, incluidos el de pulmón, cerebro, hígado, riñón, vejiga, estómago y sinus nasal". Este estudio publicado en European Journal of Epidemiology explica que el consumo de carne roja aumenta la probabilidad de desarrollar cáncer de mama en un 6% y de colon y recto en un 18%.
En cualquier caso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya estableció que las carnes procesadas eran cancerígenas en el año 2015. Para afirmarlo se apoyó en una revisión de hasta 800 estudios realizada por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) que se publicó en The Lancet Oncology y que sentenció que cada porción de 50 gramos de carnes procesadas que se come a diario incrementa el riesgo de padecer cáncer colorrectal en un 18%.
Pero, ¿qué se considera como una carne procesada? Son todas aquellas carnes rojas —de las cuales, la de cerdo y la de ternera son las opciones que más frecuentemente encontramos en el supermercado—, algunas carnes blancas, vísceras y otros elementos como la sangre de los animales, que han sido saladas, curadas, fermentadas, ahumadas o, en general, procesadas para mejorar su sabor o su preservación. Es decir, que en este grupo podemos encontrar desde una loncha de jamón de York, una rodaja de morcilla, una lata de paté o, incluso, el fuet.