La clásica pizarra en la que un bar o restaurante anuncia su "menú del día" es un clásico de la hostelería en España: primer plato, según plato, postre y/o café, más bebida y pan blanco de acompañamiento. Algunos locales añaden algún entrante previo, lo que en algunos casos llegaría a sumar cuatro platos.
Es el "menú de toda la vida". Pero la realidad es que muchas veces no corresponde a lo que comeríamos en casa, ni tampoco es lo más recomendable para el día a día. De hecho, una comida de medio día compuesta por un solo plato (o "dos" si contamos el postre), como ya nos recomienda la Universidad de Harvard con su método del plato, sería perfectamente saludable y saciante.
Como siempre solemos decir, en última instancia no existe una dieta que haya demostrado ser mejor que otra para perder peso y ganar salud. Todo dependerá de cada caso. No podemos comparar a una persona de 20-30 años, deportista y con una gran actividad diaria, con una persona de 50-60 que se mantiene activa pero a otro ritmo. Las recomendaciones "generales" deberían ser ya cosa del pasado.
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Sin embargo, consumir el "menú del día" de bar a diario no suele ser recomendable de forma generalizada. Es cierto que no todos los bares y restaurantes son iguales, y cada vez tienen más en cuenta criterios de nutrición para planear los menús. Eso sí, aunque un solo plato puede ser completo y saludable, lo más recomendable sería huir de los "platos combinados" con guarnición habitual de patatas fritas y una cantidad irrisoria de verduras pasadas por la sartén. Cuidado con esto.
En su momento, el menú del día fue una de las tradiciones gastronómicas más arraigadas en España. Cada provincia o comunidad tenía su propio estilo, con clásicos como lentejas, potajes y demás, basados en ingredientes frescos y no en ultraprocesados, y guisos en lugar de fritos como es la norma hoy en día. Lo cierto es que comer fuera de casa implica comer mucho más de lo habitual a nivel calórico general.
Así, no es habitual servir primero, segundo y postre a diario en un hogar promedio, y esto en última instancia implica comer de más. Un estudio publicado en The BMJ reseñó que el 94% de los menús de bares y restaurantes contienen al menos 600 kcal, el máximo recomendado el sistema de salud de Reino Unido para una comida o cena.
Las ensaladas, que suelen ser lo primero servido, tienden a ser escasas en vegetales: reducen la proporción de hojas de lechuga y tomate en rodajas con salsas o mayonesas, e incluso en ocasiones pastas blancas. En su conjunto es un añadido de calorías al tiempo que se recortan los nutrientes y la fibra. Lo ideal es que la ensalada sea rica en verduras variadas, y si añadimos carbohidratos, que sean integrales ricos en fibra y en nutrientes.
Si la guarnición del segundo plato son frituras, de nuevo añadiremos calorías en exceso: demasiada energía y pocos nutrientes de calidad. Recordemos que los estudios ya han evidenciado que las patatas fritas son el alimento que más engorda, por encima de la bollería. Si a esto le añadimos, además, el pan blanco de acompañamiento, estamos sumando aún más carbohidratos refinados, de absorción glucémica rápida pero pobre en nutrientes.
Para finalizar, y aunque ya existen locales que empiezan a ofrecer alternativas más saludables, tenemos los postres. Que sean "caseros" no significa siempre que sean mejores: las natillas, arroz con leche, brownies, tartas o helados son platos ricos en azúcares libres, que deben reservarse para un consumo ocasional. La mejor alternativa, como no podría ser de otra forma, sería pedir fruta como postre. Como alternativa, el yogur, siempre natural o griego, sin azúcares añadidos, saborizantes ni edulcorantes, como ya hemos comentado en multitud de ocasiones.