Cada vez somos más conscientes de la importancia de nuestra alimentación para nuestra salud general. Pero la realidad es que el desayuno en España sigue siendo una asignatura pendiente. La bollería refinada y las galletas siguen siendo protagonistas por las mañanas, y los reclamos publicitarios siguen pesando más que la información nutricional que describe qué contienen realmente estos productos.
Uno de los especialistas más procupados por esta tendencia es el célebre nutricionista Pablo Ojeda, que avisaba en su cuenta de Instagram sobre las conocidas como galletas digestive. Su nombre parece indicar que tienen una función saludable, pero en el mismo etiquetado lo contradicen: "Si le dais la vuelta, podéis leer claramente: la palabra 'digestive' no significa que las galletas contengan características digestivas".
Cabe destacar que la industria alimentaria complica en ocasiones el saber si un alimento es saludable o no. Términos como "natural", "artesano" o "digestive" pueden no tener ninguna relación real con la calidad del producto, y solo al leer la "letra pequeña" nos daremos cuenta de que solo se trata de eslóganes publicitarios.
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En otras ocasiones, con el objetivo de parchear estos reclamos, añaden algunos elementos con fama de saludables como la fibra. Pero este nutriente esencial ya se encuentra de forma natural en alimentos imprescindibles como frutas, frutos secos, verduras o semillas. Que productos procesados como las galletas incorporen fibra no las convierte en saludables, ni ahora ni nunca.
Según la legislación actual, solo los alimentos que contienen al menos 1,5 gramos de fibra por cada 100 g de producto -o 1.5 gramos por cada 100 kcal- podrán declararse "fuente de fibra". En el mismo sentido, los alimentos que contienen 6 gramos de fibra por cada 100 g, o 3 gramos de fibra por cada 100 kcal, podrán declararse con "alto contenido en fibra". Sin embargo, el término "integral" es más inexacto. De hecho, la normativa solo ha puesto coto a este término en el caso del pan.
En cualquier caso, aunque se reduzca su cuantía en azúcar o se mejore la composición de su aceite, las galletas son bollería por definición. De hecho, la mayoría de las marcas ni siquiera están realizando estos esfuerzos por reducir su contenido en azúcares procesados o su riqueza en aceite de girasol, entre otros aditivos que las convierten en un alimento ultraprocesado.
En el caso de las galletas "digestive" o integrales, siguen siendo un alimento rico en grasa (alrededor del 20% en algunos casos), y con un contenido de azúcar algo menor que la media. Pero siguen rozando el 15%, muy superior a lo que correspondería a un alimento saludable.
Y sin embargo, como ya explicamos en su momento en EL ESPAÑOL, existen muchísimas alternativas para lograr un verdadero desayuno saludable. En realidad, como ocurre en muchos países, no debería ser muy diferente de una comida principal más. Debería contar con hidratos integrales, proteínas de calidad y grasas no procesadas, priorizando las grasas vegetales sobre las animales.
Un ejemplo típico en España serían las tostadas con tomate, donde la tostada debería proceder de pan integral, y a la cual se le podría añadir algún alimento proteico de calidad como queso o jamón serrano, entra otras múltiples opciones.
Incluso desayunos menos ortodoxos, como las legumbres o la conocida sopa minestrone, serían opciones a valorar. Al menos, por el momento, este último ejemplo ha sido adecuado para los centenarios de la isla de Cerdeña.
Y, si nos gustan los cereales, estos deben ser integrales (de verdad), a los cuales se les puede añadir leche o queso batido, junto a frutas como los arándanos, frambuesas, fresas o una mezcla general de frutos del bosque.