Las enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer, sigue siendo siendo una asignatura pendiente para la medicina moderna. Se sabe que muchas de estas enfermedades son causadas por problemas en los "sistemas de limpieza neurológica", que ocasionan un acúmulo de sustancias de desecho que no llegan a eliminarse adecuadamente. Sin embargo, se desconoce cómo se alteran estos sistemas, y cómo solucionarlo terapéuticamente.
Tanto el alzhéimer como el párkinson son patologías en las que el acúmulo de proteínas patológicas acaba desencadenando una serie de síntomas característicos, como la pérdida de memoria, la rigidez o el temblor. Sin embargo, poco a poco se va descubriendo como el estilo de vida, y la dieta en especial, pueden ayudar a reducir el riesgo de estos fallos en el sistema.
Según un reciente estudio publicado en Alzheimer's & Dementia, una sustancia que se encuentra en alimentos como las granadas, las fresas y las nueces, sería capaz de restaurar la capacidad para detectar y eliminar células dañadas que modelan la enfermedad de Alzheimer en ratones.
Los antioxidantes que contiene la granada, superiores a los que se pueden encontrar en la gran mayoría de frutas, contribuyen a la mejora del estado de los vasos sanguíneos, además de regular la presión arterial. Reducen el endurecimiento de las arterias provocado por la oxidación del colesterol y bajan el colesterol LDL (colesterol "malo"). Además, estas sustancias naturales protegen los tejidos y órganos frente a las enfermedades degenerativas.
"Muchos pacientes con enfermedades neurodegenerativas experimentan disfunción mitocondrial o mitofagia", explica el bioquímico Vilhelm Bohr, de la Universidad de Copenhague. "Esto significa que el cerebro tiene dificultades para eliminar las mitocondrias débiles que se acumulan y afectan a la función cerebral. Si somos capaces de estimular el proceso de mitofagia, eliminando las mitocondrias débiles, veremos resultados muy positivos".
Hacer que estos "camiones de la basura cerebrales" funcionen adecuadamente implicará que los desperdicios cerebrales asociados a la enfermedad de Alzheimer -como las placas amiloides o los ovillos neurofibrilares- puedan eliminarse. De esta forma, todo el sistema funcionará mejor durante más tiempo.
El efecto protector de la granada
En este nuevo estudio, Bohr y sus colegas han descubierto que la urolitina A, una sustancia que se encuentra en las granadas, ofrece al cerebro un impulso similar. Los ratones con enfermedad de Alzheimer que recibieron un tratamiento a largo plazo con urolitina A mejoraron sus capacidades de aprendizaje, memoria y olfato.
Según explican los investigadores, la urolitina A tendría efectos sobre una proteína llamada catepsina Z, la cual parece estar hiperactivada en los cerebros afectos por la enfermedad de Alzheimer y desempeñaría un papel clave en su inflamación.
El tratamiento con urotilina A limitó la producción de la proteína a un nivel similar a los cerebros sanos. En su ausencia, se restauraron procesos celulares que ayudan a descomponer los desechos biológicos. Además, la urotilina A modularía las respuestas inmunitarias y otras vías fisiológicas específicas de la enfermedad de Alzheimer.
Los investigadores sugieren que esta sustancia cumple un importante papel en los sistemas de limpieza a nivel cerebral y molecular. Esto, a su vez, parece colaborar en la prevención y ralentización de la enfermedad.
"La ventaja de trabajar con una sustancia natural es la reducción del riesgo de sufrir efectos secundarios", puntualizan los autores. Hasta ahora, varios estudios muestran que no hay efectos secundarios graves con la suplementación con NAD. Nuestro conocimiento sobre la urotilina A es más limitado, pero los ensayos clínicos con esta sustancia han sido eficaces en las enfermedades musculares, por lo que nos centraremos en sus efectos en la enfermedad de Alzheimer".