En los últimos años, la naranja sanguina, también conocida como naranja roja, ha experimentado un resurgimiento notable. Casi olvidada durante mucho tiempo, esta variedad de naranja típicamente mediterránea vuelve a encontrarse con cierta facilidad en mercados y grandes superficies, despertando el interés de los consumidores por su sabor único y sus beneficios nutricionales.
Una de sus características es que prospera en condiciones frías, lo que explica su aparición en las fruterías ya avanzado el invierno. Su mejor momento se extiende entre febrero y principios de marzo. Sin embargo, dependiendo de la cosecha y las condiciones de almacenamiento, es posible encontrar estos cítricos hasta el inicio de la primavera, en ocasiones incluso en pleno mes de abril.
En la actualidad, se cultivan diferentes subvariedades de la naranja sanguina en diversas zonas del Mediterráneo. La Moro, originaria de Siracusa (Sicilia) tiene un sabor más fuerte y un olor más intenso. La Tarocco, principalmente cultivada en Sicilia, donde crece con facilidad gracias a la fertilidad de los suelos que rodean al Etna, destaca por ser la naranja con mayor proporción de vitamina C. La Sanguinello, descubierta en España en 1929, destaca por una carne algo más dulce y tierna.
Ricas en antioxidantes
A pesar de esa diversidad, todas las naranjas sanguinas son pequeñas, redondeadas y prietas, con una abundante cantidad de jugo de color rojizo en su interior. Esta tonalidad, que también puede aparecer como manchas en la piel, se debe a los pigmentos hidrosolubles llamados antocianinas. La presencia de estos pigmentos varía según la variedad, lo que influye en el color y el sabor. Desde el punto de vista nutricional y de la salud, las naranjas sanguinas destacan por su alto contenido de antioxidantes, superando a las naranjas de mesa o de zumo común.
Precisamente esas antocianinas actúan como potentes antioxidantes que eliminan radicales libres, contribuyendo a la prevención de enfermedades cardiovasculares, neurológicas y ciertos tipos de cáncer, como el de colon y estómago, de manera tan eficaz como los antioxidantes presentes en el té verde, las bayas y las coles. También inhiben enzimas digestivas, disminuyendo los niveles de glucosa en sangre y reduciendo la absorción de grasas, lo que ayuda a prevenir la obesidad y la diabetes.
El betacaroteno, otro de los antioxidantes en los que es rico la naranja sanguina, refuerza el sistema inmunitario y se convierte en vitamina A según las necesidades del organismo. Además, al igual que las naranjas comunes, las naranjas sanguinas aportan ácido fólico y vitamina B1, nutrientes relacionados con el rendimiento intelectual y la prevención de la fatiga.
No podemos olvidar que, como todas las naranjas, es rica en vitamina C. Con alrededor de 80 mg por cada 100 g de producto, puede contener alrededor de un 30% más que otras variedades de naranja más comunes. Este nutriente no solo mejora la absorción de hierro, calcio y fósforo, sino que también interviene en la producción de colágeno, ayudando a prevenir el envejecimiento prematuro.
Proyectos en marcha
Estas propiedades, junto con sus características gastronómicas, ha dado lugar a proyectos que tratan de expandir y consolidar el cultivo en diferentes regiones del planeta. Uno de ellos es el que se está desarrollando en la Universidad de La Florida en Estados Unidos. Un estudio de esta universidad sugiere que las naranjas sanguinas podrían ser una opción viable para la industria citrícola de Florida. El principal problema que destacan los investigadores es que, previsiblemente, esta variedad tendrá unos precios más altos que otras variedades comunes como las naranjas navel o Valencia. El reto, por tanto, es lograr que estas frutas sean accesibles y rentables para los productores.
La clave para hacerlo posible está en mejorar los métodos de almacenamiento.Según el autor principal Fariborz Habibi, investigador postdoctoral de la Universidad de Florida, "la mejora de la calidad de la fruta mediante el método de almacenamiento presenta una oportunidad prometedora para la industria cítrica de Florida", afirmó. El motivo es que almacenar las naranjas sanguinas entre 4 y 12 grados mejora las antocianinas, el contenido fenólico y otros antioxidantes. Por tanto, encontrar la forma adecuada de almacenamiento será fundamental para mantener en un óptimo estado la fruta por más tiempo y mejorar su posición en el mercado y su rentabilidad.
Otro proyecto interesante lo encontramos en la Comunidad Valenciana. Denominado Newblood y liderado por la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), su objetivo es revitalizar el cultivo de la naranja sanguina en España y adaptarlo a los desafíos del cambio climático. Además, también se trabaja para analizar las características morfológicas, químicas y bioquímicas de las diversas variedades del fruto, así como la composición de su zumo, para conocer el material vegetal y la calidad de los productos y acceder a las variedades con mayor productividad, calidad organoléptica y valor nutricional.