Puede parecer magia, pero es posible gestionar el territorio para prevenir incendios, produciendo a la vez setas comestibles extraordinariamente valiosas y apreciadas. Una estrategia que, de paso, pone en valor algunos territorios marginales infrautilizados.
En España, los matorrales cubren más de 10 millones de hectáreas, proporcionando numerosos bienes y servicios esenciales para la sociedad, como regulación hidrológica, biodiversidad, recursos energéticos y ganaderos, así como valores florísticos y faunísticos.
Sin embargo, su falta de uso y aprecio actual los hace vulnerables a procesos de degradación, especialmente a incendios forestales. A pesar de su importancia, los matorrales no han recibido la misma atención en gestión forestal que los bosques, debido en parte a su menor valor económico directo en comparación con otros recursos naturales.
Cuna de biodiversidad
Los matorrales albergan numerosas especies de plantas, insectos y aves, muchas de las cuales están amenazadas. Se extienden desde las costas hasta las montañas y son esenciales para la conservación de varios hábitats prioritarios.
El problema es que la falta de gestión y el abandono de la agricultura y la ganadería han llevado a su expansión descontrolada, lo que aumenta la frecuencia e intensidad de los incendios forestales, que a su vez alteran la cobertura vegetal y la composición del suelo.
En muchas áreas de España, esta situación ha permitido la proliferación de especies leñosas y herbáceas, un proceso conocido como matorralización.
Tradicionalmente, los bosques y pastizales han sido valorados por sus recursos, pero los matorrales han sido subestimados, especialmente en términos de producción de madera y otros recursos económicamente valiosos.
Esta falta de gestión ha transformado el paisaje, aumentando la carga de combustible vegetal y, junto con el cambio climático, ha incrementado los incendios en la región mediterránea.
Para abordar este riesgo, es esencial implementar estrategias de manejo adecuadas. Las técnicas tradicionales, como el pastoreo extensivo, la quema prescrita y el desbroce mecánico, son eficaces para gestionar la carga de combustible y mantener la salud de estos ecosistemas.
El pastoreo, en particular, ha sido una forma natural y eficiente de reducir el riesgo de incendios al disminuir la cantidad de combustible disponible. Su decadencia, sin embargo, ha contribuido a la expansión de los matorrales y, por ende, al aumento del riesgo de incendios.
Conservación activa y producción de hongos
El manejo adecuado de los matorrales también puede potenciar la producción de recursos valiosos, como los hongos comestibles. Estos desempeñan un papel crucial en la salud de los ecosistemas forestales, contribuyen a la nutrición de las plantas y mejoran la estructura del suelo.
Especies como el Boletus spp tienen un alto valor económico y pueden proporcionar ingresos significativos a las comunidades rurales.
Su producción puede contribuir al desarrollo económico local y fomentar la conservación activa de los matorrales. Es esencial implementar estrategias de manejo que no solo prevengan los incendios, sino que también valoren los recursos naturales asociados a estos ecosistemas.
Ejemplos de manejo en la península ibérica
En la cornisa cantábrica, el matorral ha disminuido debido a extensas plantaciones forestales y la transformación de matorrales en pastizales. En Galicia, así, este tipo de vegetación se ha reducido considerablemente en las últimas décadas.
En este contexto, las repoblaciones forestales mantienen un sotobosque abundante que puede ser gestionado para reducir el riesgo de incendios. Las prácticas de gestión incluyen la quema prescrita y el desbroce, que no solo reducen la carga de combustible sino que también favorecen la producción de hongos comestibles.
La puesta en valor de los recursos micológicos puede ser un incentivo importante para la gestión sostenible de los matorrales, cuya importancia en España no puede subestimarse.
Estos proporcionan numerosos beneficios, desde la biodiversidad hasta la regulación hidrológica, y tienen un potencial económico y gastronómico significativo. Asimismo, su gestión adecuada basada en el conocimiento científico y su conservación activa son esenciales para reducir el riesgo de incendios forestales y mantener la salud de nuestros paisajes.
* Pablo Martín-Pinto Catedrático de Universidad en Incendios Forestales, Universidad de Valladolid.
* Juan Andrés Oria de Rueda Salgueiro Profesor Botánica y micología aplicada, Universidad de Valladolid.
** Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.