Si elegimos cambiar nuestra dieta, normalmente se debe a que queremos vernos mejor en el espejo. Sin embargo, cambiarla por unos hábitos más saludables es una buena inversión a largo plazo. Se ha demostrado que son capaces de mantener alejadas las enfermedades más graves, desde las cardiovasculares hasta el cáncer. Esto se debe a que muchas de estas patologías están relacionadas con la inflamación, que se favorece y se combate a través de la alimentación.

"Muchos estudios experimentales han demostrado que los componentes de los alimentos y de las bebidas pueden tener efectos antiinflamatorios. Elige los alimentos antiinflamatorios adecuados y es posible que seas capaz de reducir tu riesgo de enfermar. Elige una y otra vez los alimentos equivocados y podrías acelerar el proceso de las enfermedades inflamatorias", explica Frank Hu, epidemiólogo y profesor de medicina en la prestigiosa Universidad de Harvard en el departamento de Nutrición.

La inflamación es un proceso natural que tiene como función principal proteger al cuerpo frente a las infecciones, pero puede tener efectos negativos si se convierte en inflamación crónica. Por suerte, una de las dietas que más desinflama el organismo es la mediterránea debido a que está compuesta principalmente por alimentos vegetales saludables que son ricos en micronutrientes con esta función. Ahora bien, esto no significa que los españoles tengamos, por lo general, una dieta antiinflamatoria.

Comida inflamatoria

Aunque nuestro país forma parte de los países afortunados que históricamente han practicado la dieta mediterránea, en las últimas décadas se han extendido los hábitos insanos propios de la dieta occidental. Hemos dejado de consumir con tanta frecuencia las legumbres y cada vez dependemos más de los alimentos ultraprocesados, que nos ahorran tiempo en la cocina, pero añaden azúcares y grasas insanas a nuestra dieta. Por eso, algunos de los alimentos más inflamatorios se comen a diario en España. 

"Algunas de las comidas que se han asociado con un incremento de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2 y las del corazón están también asociadas con un exceso de inflamación", explica Hu. "No nos sorprende porque la inflamación es un mecanismo muy importante que está involucrado en la aparición de estas enfermedades". Efectivamente, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y el cáncer tienen mucho que ver con la inflamación, pero también otras menos esperadas como las demencias.

Uno de los alimentos que Hu señala como culpable de esa inflamación no deseada es el de los carbohidratos refinados y, entre ellos, destaca el pan blanco. Los españoles usamos este alimento para acompañar cualquiera de las comidas que hacemos a lo largo del día y esto favorece la inflamación. "En España tenemos un problema con el pan blanco. Y no me refiero solo al pan de molde, sino a la barra normal. Lo comemos en exceso", explica el epidemiólogo Miguel Ángel Martínez-González en su libro Salud a ciencia cierta.

Versión integral

El almidón es el componente mayoritario de la harina refinada con la que se elabora este tipo de pan y Martínez-González alerta de que se convierte con mucha facilidad en glucosa: "Dicho con otras palabras: es como si comiéramos azúcar". Aparte de la inflamación que se asocia a los carbohidratos refinados, estos también aumentan el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 debido a que para procesar todo ese azúcar que entra de golpe en el torrente sanguíneo deben forzar el trabajo del páncreas.

Pero ¿debemos abandonar, por tanto, el consumo de pan? De manera esporádica y en el contexto de una dieta saludable y con ejercicio físico el pan blanco no representa un problema. Sin embargo, lo más recomendable es que para el pan del día a día compremos la versión integral, que conserva la fibra del trigo y esto ayuda a que la glucosa entre de una manera más sostenida en nuestro torrente sanguíneo. También nos hace sentirnos saciados antes de que realicemos un consumo excesivo de calorías.