Los datos no dejan lugar a dudas: el atún en conserva es el producto pesquero más consumido en el mundo. En el caso de los hogares españoles, la media supera los dos kilos por persona y año, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Una cantidad nada desdeñable que motiva a las marcas a ofrecerlo en diferentes formatos y con diversas características. En cualquier supermercado encontraremos al menos tres de ellos: el atún al natural, en aceite de oliva y en aceite de girasol.

Así ocurre en Mercadona, en donde el dietista Fran Susín (@fransusin_) ha elegido para sus seguidores en las redes sociales cuál de ellos es la opción más saludable. El tercer y último puesto, se lo lleva el atún en aceite de girasol. "Los dos mejores son al natural y con aceite de oliva", señala.

El atún en aceite de oliva, no obstante, no está elaborado con aceite de oliva virgen extra, que sería lo óptimo, explica Susín. Por tanto, siempre existe la opción de hacernos con el atún al natural y añadírselo nosotros mismos en casa. 

Por último, lanza una última afirmación. "Si no comes atún en lata porque tienes miedo al mercurio, chicos, no le hagáis caso", afirma. "Estos atunes son pequeñitos, los que pueden tener más cantidad de mercurio son los más grandes".

Aceite de oliva o de girasol

La clave de la recomendación está en el tipo de aceite. Mejor escoger el que contiene aceite de oliva o, incluso, sin aceite, que el de aceite de girasol. "Nunca elegiría atún en aceite de girasol, en ninguno de sus formatos, ya que sabemos que es un aceite vegetal refinado que es proinflamatorio", explica. Aunque tanto el aceite de oliva como el aceite de girasol son grasas vegetales, existen diferencias destacables. 

El aceite de oliva se extrae de la aceituna mediante medios mecánicos físicos, lo que permite conservar mejor sus compuestos minoritarios beneficiosos. En cambio, el aceite de girasol se obtiene de las semillas mediante prensado y el uso de disolventes orgánicos como el hexano. Luego se refina, resultando en un aceite con más ácidos grasos poliinsaturados y menos monoinsaturados. Esto lo hace más propenso a oxidarse, resistiendo peor las altas temperaturas al cocinar.

En ambos casos, poseen un contenido de materia grasa superior al 99%. El aceite de oliva es rico en grasa monoinsaturada, especialmente en ácido oleico, y es una fuente de polifenoles con efectos antiinflamatorios. Entre sus beneficios se incluyen acciones antiinflamatorias, antioxidantes y reguladoras de las grasas y el colesterol. También se ha demostrado que reduce la mortalidad global y cardiovascular, así como la incidencia de infartos de miocardio, ictus, obesidad, diabetes, deterioro cognitivo, enfermedad de Alzheimer e incluso ciertos tipos de cáncer.

Las desventajas del aceite de girasol

Por su parte, el aceite de girasol posee algunas potenciales propiedades beneficiosas para el organismo, pero también puede generar ciertos problemas. Aunque los ácidos linoleico y linolénico presentes en el aceite de girasol ayudan a reducir el colesterol malo, un consumo excesivo también puede disminuir el colesterol bueno, oxidar la sangre y dañar las arterias, contribuyendo al desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

Además, el consumo excesivo de estos ácidos grasos puede elevar los niveles de presión arterial, lo que a su vez puede causar trastornos en los riñones y otras complicaciones graves. Otra consecuencia del consumo desmedido de aceite de girasol es el aumento del riesgo de obesidad, debido a su alta densidad calórica. Esto conlleva problemas de salud, incluyendo dolores en las articulaciones y diabetes tipo 2.

El exceso en la ingesta de aceite de girasol también está asociado con un mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer. En los hombres, se ha vinculado con un aumento del riesgo de cáncer de próstata, mientras que en las mujeres menopáusicas puede incrementar el riesgo de cáncer de mama.