La dieta mediterránea ha sido uno de los pilares fundamentales de la alimentación en nuestro país y todavía es considerada como una de las más saludables del mundo. Sin embargo, está perdiendo fuerza en las sociedades desarrolladas. "España no tiene una dieta mediterránea, sino una dieta occidentalizada: mucha harina refinada, mucho pan blanco, mucho embutido, mucha pasta", explicaba el dietista nutricionista Aitor Sánchez en una entrevista en EL ESPAÑOL.
Por ejemplo, un estudio publicado por la Universidad de Sao Paulo señala que el 20,3% de los alimentos que los españoles consumen son ultraprocesados. Después de Malta (con un 27,6%), nuestro país ocupa el segundo puesto entre los países del área mediterránea. Es cierto, no obstante, que todavía no se han alcanzado las cifras de países como Estados Unidos, donde un alarmante 60% de la ingesta calórica promedio proviene de alimentos ultraprocesados.
Sobre este asunto se ha pronunciado la Dra. Jinan Banna, profesora de nutrición en la Universidad de Hawai. "Los alimentos ultraprocesados contienen ingredientes que generalmente no encontraríamos en nuestra cocina y a menudo tienen altas cantidades de azúcar y sal”, afirma la especialista en el medio CNBC. Pero no solo eso: "también pueden contener aditivos y, a menudo, carecen de sus valores nutricionales, por lo que pueden tener muy pocas vitaminas, minerales y fibra".
Además, Banna pone el acento en una de las categorías de productos más consumidas. "Los refrescos no tienen ningún valor nutricional más allá de las calorías en forma de azúcar. Por lo tanto, son calorías vacías que no nos aportan ninguno de los nutrientes que necesitamos". En lugar de refrescos, Banna prefiere distintas variedades de té y agua, con o sin gas.
Refrescos 'cero', tampoco
Ante estas afirmaciones, muchos piensan que optar por refrescos light o sin azúcar es la alternativa saludable. Pero nada más lejos de la realidad. Un estudio reciente, presentado en la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Nutrición, analizó datos dietéticos de más de 500,000 estadounidenses de entre 50 y 71 años recopilados en 1995. Este estudio buscó conexiones entre las elecciones dietéticas y las tasas de mortalidad a lo largo de un período de casi 30 años.
Entre los 124 alimentos evaluados, las bebidas ultraprocesadas fueron las más consumidas. Entre estas bebidas, se incluyeron también los refrescos dietéticos. Estos representan una porción significativa de la ingesta alimentaria diaria. El estudio también reveló que la esperanza de vida de las personas que siguen una dieta rica en alimentos ultraprocesados podría acortarse en más del 10%.
Como contábamos en EL ESPAÑOL, un estudio publicado en Journal of The American College of Cardiology apuntaba de forma clara que las bebidas que llevan edulcorantes artificiales no serían una mejor opción para proteger la salud en general ni la salud cardiovascular en particular que las bebidas endulzadas con azúcar. Por tanto, no podemos entender que estos edulcorantes no calóricos son inocuos, es decir, que no tienen efecto en el organismo.
La causa de ello es que el consumo regular de refrescos endulzados con edulcorantes artificiales puede alterar el metabolismo de las grasas en nuestro organismo. Un edulcorante comúnmente utilizado en estos productos, el acesulfamo-k, se acumula en la sangre y puede causar daños en las células que recubren las paredes de los vasos sanguíneos. De ese modo, estos no solo están vinculados a la obesidad y la diabetes, sino que lo hacen a través de mecanismos distintos a los del azúcar.
Un consumo alto en España
Con respecto a los refrescos, tanto azucarados como no, en España el consumo es bastante alto. En 2023, según datos de la Asociación de Bebidas Refrescantes, se registró un consumo significativo de refrescos, alcanzando los 4.350 millones de litros. Los hogares españoles destinaron un 2,33% de su presupuesto a la compra de refrescos, con un gasto per cápita de 40,33 euros, lo que representa un incremento de casi el 7% respecto a 2022.
Quizás por esa creencia de que son más saludables, los refrescos sin azúcar y bajos en calorías aumentaron sus ventas hasta casi un 4,5% con respecto al año anteriore. De esta forma, ya son los más consumidos, llegando a acaparar hasta el 60% de las ventas totales, siendo la opción favorita de los consumidores de entre 35 y 50 años.
Sin embargo, como hemos visto, a pesar de esta hegemonía estos productos no son necesariamente más saludables, sino que es importante reducir su consumo y evitar que se convierta en un elemento cotidiano en nuestra dieta. "Cuando tomas refrescos, los digieres muy deprisa", apunta Banna. "Eso te abre el apetito, con lo que acabas consumiendo más comida de lo que deberías".