Los alimentos que, por lo general, nos suelen gustar más, son también los que menos nos convienen. Los alimentos con exceso de azúcares y de grasas saturadas, o el alcohol, pueden aportarnos una gran satisfacción durante un corto período de tiempo, pero abusar de ellos en nuestra dieta diaria tiene serias consecuencias. Estos alimentos se han relacionado con las enfermedades del corazón, el cáncer e, incluso, las demencias.

A pesar de ello, estos alimentos triunfan en la dieta mundial y también en España. Muchas veces no tenemos que esperar demasiado para observar sus consecuencias negativas: estos alimentos tienen también la particularidad de no sentar demasiado bien al estómago. Sobre este tema, los gastroenterólogos tienen mucho que decir porque atienden con frecuencia casos de digestiones pesadas, gases, inflamaciones e, incluso, cánceres.

De hecho, es este especialista a quien debes dirigirte si tienes dudas sobre tu microbiota intestinal. Esta comunidad de microorganismos que vive en simbiosis con nosotros ha demostrado en los últimos años tener un papel muy importante en nuestra salud. Si bien no conocemos hasta qué punto es importante, si se ha relacionado con la salud cardiovascular, nuestro sistema inmune o la probabilidad de padecer algún tipo de demencia.

En este sentido, el gastroenterólogo Mahmoud Ghannoum ha destacado cuál es el alimento que siempre evita, y que a los españoles nos encanta, para proteger su sistema gástrico. Ghannoum es uno de los mayores investigadores del mundo de la microbiota intestinal y es el director del Centro de Micología Médica de la Case Western Reserve University, en Estados Unidos. 

Hinchazón y náuseas

El alimento que este experto evita es el pescado frito, como el resto de carnes que se fríen para hacerlas más sabrosas. "Los estudios han demostrado que el aceite de fritura puede modular de manera adversa el microbioma del intestino, lo que conduce a una exacerbación de la aterosclerosis, la construcción de grasa y otras sustancias alrededor de las paredes de las arterias", explica este experto a la versión norteamericana de The Huffington Post.

Las grasas saturadas propias de los alimentos fritos también son responsables por sí mismas del aumento de los niveles de colesterol LDL en nuestra sangre, que fomenta la aparición de factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular. Además, los alimentos con un alto nivel de grasas, como estos fritos, también provocan digestiones complicadas: tal y como explica Healthline, las grasas son el macronutriente que se digiere más lentamente.

"Debido a que la comida grasienta contiene altas cantidades de este nutriente, retrasan el vaciado del estómago. En consecuencia, la comida pasa más tiempo en este órgano, lo que puede ocasionar hinchazón, náuseas y dolor en el estómago", explica el portal de salud. Esto puede ser especialmente molesto para las personas que padecen síndrome de intestino irritable (SII), pancreatitis crónica o alguna infección en el aparato digestivo.

Tal y como explica Ghannoum, los alimentos fritos están muy relacionados con las enfermedades del corazón, pero no sólo debido a que pueden aumentar los niveles de colesterol en sangre. También se asocian con otros factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular, como la hipertensión arterial y la obesidad. "Las personas que comieron dos o más raciones de pescado frito a la semana tuvieron un riesgo un 63% más alto de infarto o de ictus que quienes comieron sólo una ración o menos al mes", según un estudio publicado en Public Health Nutrition.

Malo para la microbiota

Sin duda, el pescado frito es una de las raciones más populares de los destinos en España de vacaciones y no suponen un problema si se toman como una cena especial. Eso sí, esta no es la mejor manera de consumir pescado, que cuando se cocina a la plancha, al vapor o al horno se convierte en un plato cardiosaludable. Tampoco cuando lo preparamos de esta manera en casa para que sea más aceptado y tenga más sabor.

La fritura de los alimentos es capaz de dañar a los microorganismos beneficiosos que viven en el intestino y que se encargan de funciones tan importantes como la transformación de la fibra en ácidos grasos antiinflamatorios, la intervención en la función del sistema inmune o el control del aumento de peso. Cuando la microbiota se encuentra en un estado saludable es capaz de reducir los niveles de colesterol en sangre y evita el SII.