El consumo habitual de alimentos ricos en grasas omega-3, tanto de origen vegetal como marino, se relaciona con una mejor capacidad del cerebro para metabolizar la glucosa necesaria para su funcionamiento. Esto, a su vez, podría ayudar a mejorar la función cerebral y prevenir la demencia asociada con el alzhéimer, según ha demostrado un equipo conjunto del BarcelonaBeta Brain Research Center (BBRC) y el Instituto de Investigación del Hospital del Mar.
Antes de la aparición de los síntomas clínicos de la enfermedad de alzhéimer, zonas concretas del cerebro empiezan a tener dificultades para metabolizar la glucosa. "Esto es importante porque se trata del órgano del cuerpo que más la usa", ha destacado uno de los autores del estudio, Aleix Sala-Vila, quien es miembro del Grupo de investigación en Riesgo Cardiovascular y Nutrición del Instituto de Investigación del Hospital del Mar y colaborador científico del BBRC, en declaraciones que recoge Europa Press.
El omega-3 tiene un importante papel, ya que contribuye al correcto funcionamiento de los receptores necesarios para la captación de la glucosa en el cerebro. Estas grasas se incorporan a las membranas celulares y facilitan que se pueda seguir empleando la glucosa. "Incorporar estos omega-3 a la dieta puede ser beneficioso de cara a tener un cerebro resistente a los cambios que están produciéndose antes de la aparición de la enfermedad de Alzheimer", ha detallado el investigador.
El estudio, publicado en la revista Alzheimer's and Dementia: Diagnosis, Assessment & Disease Monitoring, ha incluido datos de 320 personas voluntarias de la cohorte Alfa+, impulsada por la Fundación La Caixa. Se trata de una población cognitivamente sana, sin síntomas clínicos de Alzheimer, pero descendiente en su mayoría de personas afectadas por la enfermedad, y por lo tanto con un riesgo genético elevado de desarrollarla.
Los resultados muestran que los omega-3 de origen vegetal, que proceden por ejemplo de los frutos secos o la soja, se asociaban a un mejor uso de la glucosa cerebral, especialmente en los participantes con mayor riesgo genético, es decir, portadores del gen APOE-e4. Este efecto preventivo se puede mediante alimentos como las nueces y semillas de lino, o de aceites de cocina como la canola o la soja. Estas recomendaciones equivaldrían, según una investigación de 2022, a unos 15 gramos de nueces o una cucharadita de aceite al día.
Por otro lado, los omega-3 de origen marino resultaban más beneficiosos en aquellas personas que, pese a no presentar síntomas de Alzheimer, ya empezaban a tener la acumulación de proteínas amiloide y tau, características de la enfermedad. En general, los pescados grasos como el salmón, dorada, sardina, caballa, pez espada, salmonete, atún, gallo, lubina europea, lenguado común, merluza europea, bacaladilla, anchoa o rape serían pescados con unos niveles elevados de ácidos omega-3.
Por lo tanto, "se sugiere mantener niveles adecuados de omega-3 en la sangre para prevenir la enfermedad, especialmente en personas con mayor riesgo de desarrollar demencia. Esto se consigue incorporando en la dieta alimentos como nueces y pescado azul", ha concluido el investigador.