Los fiambres han sido tradicionalmente un ingrediente básico de desayunos y meriendas en España, un aporte de proteína y energía fácil de consumir en bocadillo o tostada sin necesidad de cocinar. Sin embargo, el aviso desde 2015 por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre las carnes rojas y procesadas, potencialmente cancerígenas, llevan a los consumidores a elegir mejor los productos. Aquellos con un bajo porcentaje de carne 'real' y múltiples aditivos insanos deben caerse de la lista.

Esto es igualmente cierto para aquellos embutidos de carne de ave, considerados en principio más saludables que los de porcino. La realidad es que si la materia prima es mala -la 'carne separada mecánicamente', que en realidad son restos raspados de los huesos del animal- y el porcentaje cárnico ronda el 50%-70% -lo que significa que se ha 'rellenado' con ingredientes baratos y de peor calidad, como féculas y almidones-, importa poco el origen. Se tratará, en cualquier caso, de alimentos de mala calidad nutricional.

Es por eso por lo que el producto 'Tiras de pechuga de pollo al natural Hacendado' está llamando tanto la atención en Mercadona, que ha rebajado su precio coincidiendo con el verano. Se trata de un paquete de 140 g que ahora se vende a 1'95 euros, e incluye un 99% de carne de pechuga de pollo lista para comer. Aporta poco más de 100 kilocalorías magras por cada 100 gramos de producto, 23,4 gramos de proteína de calidad y apenas 1,2 gramos de grasas. Su fabricante, finalmente, es la conocida marca Casa Tarradellas

"La pechuga de pollo, uno de sus cortes más apreciados, se distingue por ser especialmente bajo en calorías y grasa", explica María Ángeles Escribano, nutricionista-dietista. Esta carne de pollo es una fuente valiosa de minerales esenciales entre los que destacan el calcio, el hierro, el magnesio o el zinc. Su versatilidad culinaria la convierten en una opción para múltiples platos y recetas. Se puede añadir, por ejemplo, a ensaladas y fajitas, pero también a salsas de pastas o pizzas.

Tiras de pollo de Hacendado.

Como todas las carnes de ave con excepción del pato, el pollo se considera 'carne blanca', un alimento bajo en grasas -especialmente las saturadas, presentes en la 'carne roja' y relacionadas con el riesgo cardiovascular- a cambio de un alto nivel de proteínas de calidad y aminoácidos. Se así una carne magra que se puede tomar con más frecuencia que la ternera, el cerdo o el cordero al no fomentar la acumulación de colesterol malo (LDL) en las paredes arteriales.

Según explica la Fundación Española de Nutrición (FEN), la mayoría de las grasas del pollo se encuentran bajo la piel. Por tanto, si esta parte se retira, el aporte graso y calórico será aún menor. La carne de pollo contiene vitaminas con unos niveles muy bajos de colesterol, principalmente la importante Niacina o vitamina B3, indispensable para las funciones básicas del organismo y para la longevidad. Finalmente, no contiene tantas purinas como otros tipos de carne, por lo que resulta fácil de digerir.

Entre los demás ingredientes enumerados en el envase se cuentan aditivos que sirven de conservantes y estabilizantes, como la dextrosa, fécula y aromas antes mencionados. Esto no es lo ideal, pero teniendo en cuenta que suponen menos del 1% del producto, su impacto en la calidad organoléptica del producto y en la salud del consumidor será mínimo. No obstante, como suele suceder con los procesados, sí hay un factor a vigilar: la sal.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar el consumo de dos gramos de sodio diarios, equivalente a cinco gramos de sal. Algo difícil de conseguir: a lo que añadimos directamente del salero se suma la cantidad que incorporan los alimentos procesados sin que nos demos cuenta. En este caso, 100 gramos de tiras de pollo suponen 1,8 gramos de sal, por lo que deberíamos planear nuestros menús de forma acorde y evitar añadir sodio de más.