Cada vez los conocimientos sobre la microbiota intestinal son más amplios y precisos. De hecho, la investigación sobre el microbioma parece ser la nueva revolución en cuanto a ciencias nutricionales se refiere, sobre todo si nos fijamos en los estudios centrados en los diversos tipos de fibra existentes y aún pendientes de descubrir o profundizar.

Anteriormente ya se sospechaba que, como ya ocurriese con las proteínas o los carbohidratos, no todas las fibras dietéticas son iguales. Aunque las solemos dividir entre solubles e insolubles, las diferencias podrían ir mucho más allá, como sugeriría un nuevo trabajo realizado en ratones: existiría un tipo de fibra presente en la avena y la cebada con potencial para perder peso, si se toma de forma suplementada.

El estudio, publicado en el Journal of Nutrition, sugeriría que existe un tipo de fibra presente de forma natural en la avena y la cebada, conocida como betaglucano, con potencial para controlar el azúcar sanguíneo y ayudar a perder peso, incluso en dietas altas en grasas, como fue el caso de los ratones estudiados.

El estudio, llevado a cabo por los investigadores de la Universidad de Arizona y la Universidad de Viena se llevó a cabo en ratones durante un periodo de 18 semanas. El objetivo fue probar los beneficios de diferentes tipos de fibras, incluyendo los betaglucanos presentes en avena y cebada, la dextrina del trigo, la pectina, almidón resistente y celulosa. En estos últimos casos, a pesar de que se comprobó que estas diferentes fibras sí influían y modificaban el microbioma de los ratones suplementados, no lograron el mismo potencial que los betaglucanos.

Como explica el biomédico Frank Duca, de la Universidad de Arizona: "Sabemos que la fibra es importante y beneficiosa, el problema es que hay muchos tipos diferentes de fibra. Queríamos saber qué fibra sería la más adecuada para perder peso y mejorar la homeostasis de la glucosa, y poder así informar a la comunidad científica, a los consumidores y a la industria alimentaria".

Sabemos que la fibra dietética es la principal fuente de energía para el microbioma intestinal. Sin embargo, menos del 5% de las personas llegan a consumir los 25-30 gramos de fibra diarios recomendados. Por dicho motivo, los suplementos de fibra y las infusiones ricas en fibra están ganando popularidad, pero no todas son iguales. De hecho, existe una amplia y desconocida variedad.

Algunas fibras, como los mencionados betaglucanos de avena y la dextrina del trigo, son solubles en agua, por lo que son fácilmente fermentables por las bacterias intestinales. Otras, como la celulosa y el almidón resistente, son poco solubles o insolubles, y se adhieren a otros materiales para facilitar la formación de las heces.

Como explican los investigadores, hasta ahora, ningún trabajo había analizado de forma específica el papel de varias fibras en un mismo estudio, ni tampoco se habían comparado entre ellas.

Para compensar esto, el nuevo estudio probó varias formas de fibra en una cohorte de ratones, descubriendo que solo el betaglucano aumentaría la cantidad de Ileibacterium intestinal en los ratones; en anteriores estudios esta bacteria ya se habría relacionado con la pérdida de peso.

Y así se comprobó: tras 10 semanas, los ratones suplementados con betaglucanos mostraron una reducción de peso corporal y también de grasa, en comparación con los ratones alimentados con otras formas de fibra. Ya en otro estudio previo de Duca se habrían obtenido resultados similares al alimentar a roedores con harina de cebada, rica en betaglucanos.

Aunque los roedores continuaron llevando a cabo una dieta rica en grasas, su gasto energético aumentó y perdieron peso de todas formas.

Otro hallazgo a tener en cuenta es que los roedores alimentados con betaglucanos también presentaron mayores concentraciones de ácido butírico o butirato a nivel intestinal.

Este ácido de cadena corta se produce tras la descomposición por determinadas poblaciones de bacterias intestinales y, entre sus múltiples funciones, está la inducción de la liberación del péptido 1 similar al glucagón o GLP-1, una proteína natural que también podemos usar hoy en día de forma artificial: fármacos como el conocido Ozempic imitan este mecanismo para estimular la liberación de insulina.

Como también explica Duca, "parte de los beneficios del consumo de fibra dietética se deben a la liberación de GLP-1 y otros péptidos intestinales que regulan el apetito y el peso corporal. Sin embargo, no creemos que ese sea todo su efecto. Creemos que hay otros beneficios secundarios a la producción de butirato que podrían no estar relacionados con los péptidos intestinales, como la mejora de la salud de la pared intestinal, o bien beneficios periféricos en el hígado".

Como se suele decir, será necesario continuar investigando para corroborar que estos resultados también se producen en seres humanos, pero los hallazgos del estudio sugerirían que algunas fibras serían más adecuadas que otras para perder peso y mejorar el control de la insulina.