A medida que los estudios sobre riesgo cardiovascular acumulan evidencias, la forma de alimentarnos también va mejorando. Uno de los alimentos que va tomando más espacio en la dieta es el pescado. En España es significativamente fácil consumirlo en variedad y cantidad, y no faltan opciones económicas de calidad. Una de esas alternativas injustamente denostadas son las conservas.
Como ya hemos comentado en alguna ocasión, no todas las conservas alimentarias son saludables, por lo que es prioritario saber elegir y estar atentos a su etiquetado. Un claro ejemplo es el atún en lata, cuya versión al natural o en aceite de oliva sería más recomendable que la que lleva aceite de girasol, menos recomendable aunque no desdeñable con la adecuada moderación. Pero existe una conserva menos conocida y popular que el atún o los mejillones en lata que deberíamos tener siempre a mano: las almejas.
Christopher Golden, profesor de nutrición y salud de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, ya recomendó en su momento la incorporación de otros productos de mar, más allá del pescado, como forma de mejorar la salud. El especialista aconsejaba echar mano de peces pequeños y bivalvos, lo cual ayudará a aumentar la ingesta de micronutrientes como el zinc, hierro, vitamina B12 y ácidos grasos omega-3.
Los bivalvos como las almejas son una opción fácil de adquirir en países como España, tanto en formato fresco como en lata. Golden destaca ambas opciones como una forma ideal de sustituir a pescados más populares como el salmón o el atún, dada su riqueza en proteínas a cambio de un menor nivel de grasas.
De hecho, los mariscos como las almejas destacan especialmente por su riqueza en micronutrientes. Poseen hasta cuatro veces más hierro que las lentejas, además de ser ricas en yodo, selenio, calcio, fósforo y potasio. Según la Fundación Española de Nutrición (FEN), una sola ración de almejas aportaría el 74% de la ingesta de hierro recomendada para las mujeres, y superaría las dosis recomendadas para los hombres, con 24 mg por cada 100 gramos de producto. En comparación, las lentejas poseen 7.1 mg por cada 100 gramos.
Así pues, por cada ración de 100 gramos de almejas, podemos encontrar 47 calorías, 10,7 gramos de proteína, 0,5 gramos de grasa y 40 gramos de colesterol. Respecto a su densidad en micronutrientes, una ración de almejas contiene 128 mg de calcio, 160 mg de yodo, 51 mg de magnesio, 56 mg de sodio, 314 mg de potasio, 130 mg de fósforo y 24,3 mg de vitamina A.
Sin mercurio
Por otro lado, cabe recordar que los bivalvos o moluscos pequeños en general, y las almejas en particular, tienen otro aliciente en comparación a los pescados de gran tamaño más populares: el mercurio. Tanto los pescados pequeños, como arenque o caballa, como las almejas, ostras y otros moluscos de pequeño tamaño suelen contener menor cantidad, dado que este metal pesado se bioacumula si el animal es grande, longevo y carnívoro como el pez espada o el atún.
Para finalizar, Golden destaca que el consumo de almejas es una forma de alimentación más sostenible en comparación al consumo de pescado. Los bivalvos pueden crecer sin necesidad de alimentación complementaria, algo que reduce el impacto medioambiental. Además, actúan como filtros de agua naturales y capturadores de carbono, lo que colabora en reducir la contaminación y mejorar los ecosistemas.