El pan sigue siendo uno de los elementos esenciales de cualquier hogar en España: pan en casa, pan en el bar, pan el restaurante y pan en cualquier comida que se nos ocurra. Además, suele ser pan blanco, que precisamente es el menos recomendable de las diversas opciones disponibles habitualmente. Y, para rizar el rizo, según datos del Informe de Consumo Alimentario en España elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, este alimento es consumido en exceso: hasta 27,9 kg de media por persona y año. O lo que es lo mismo, más de medio kilogramo de pan a la semana, de media.
No son pocas las razones por las cuales deberíamos consumir menos pan, y sobre todo menos pan blanco. Sin embargo, es algo que la sociedad tardará en modificar, por lo que nutricionistas como Pablo Ojeda han querido intentar mejorar en parte la situación mediante algunos consejos al respecto, aunque se trata de un consejo general con muchos matices.
Recientemente, Ojeda acudió al programa Más vale tarde, donde fue preguntado sobre el consumo de pan ideal. En este caso, el nutricionista sugirió que la cantidad ideal serían unos 80 gramos de pan al día si buscamos llevar una dieta equilibrada; una cuantía, comentó, equivalente al tamaño de la palma de la mano (desde la muñea al final de los dedos).
Además, Ojeda hizó hincapié en que es muy importante moderar el consumo de pan, no solo por su aporte calórico, sino también por llevar un equilibrio en cuanto a densidad nutricional se refiere dentro de lo que llamamos "dieta equilibrada".
La cuestión es que esta cantidad puede ser un consejo muy generalizado y poco específico. Por cada 100 gramos de pan se consumen alrededor de 200-220 kcal, el equivalente al 10% de las calorías diarias estandar. Pero, de nuevo, hablamos de generalidades y recomendaciones estandarizadas, que no valdrán para todo el mundo.
En los últimos años tanto médicos como nutricionistas y otros profesionales de la salud han advertido sobre el consumo excesivo de pan, tanto en España como en otros países industrializados. A fin de cuentas, estamos consumiendo un excesi de harina refinada, en forma de pan y cereales procesados como pasta blanca y arroz blanco. Como ya explicó el catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública Miguel Ángel Martínez-González reciente en 'EL ESPAÑOL' "España no tiene una dieta mediterránea, sino una dieta occidentalizada: mucha harina refinada, mucho pan blanco, mucho embutido, mucha pasta".
Como explicaba Martínez-González, comemos pan a diario con cualquier cosa: en forma de bocadillo, como acompañamiento de las tapas, o simplemente para picar entre horas. Incluso acompañando a otras harinas refinadas, como la pasta, algo que carece de sentido a nivel nutricional.
El problema no reside en el pan, al menos no en exclusividad, sino en el consumo de harinas refinadas como tal. Consumimos harinas refinadas en exceso, ya sea en forma de pan, arroz o pasta, pero también en forma de bollería. Y esto podría mejorarse simplemente cambiando el tipo de pan hacia una elaboración más integral: la harina refinada solo posee el endoespermo, la parte más rica en carbohidratos simples y pobre en nutrientes, mientras que el grano entero posee el salvado y el germen del cereal, donde residen la mayoría de los nutrientes y sobre todo la fibra alimentaria. El consumo excesivo de pan es tan solo un vehículo más hacia los excesos.
Pero esto no solo es un concepto teórico, sino que existe clara evidencia de que el consumo de pan blanco y otras variedades de harinas refinadas, como galletas o bollería, se asocian con un mal control del peso y un mal control metabólico. Estudios como PREDIMEN o SUN ya han sugerido que el mero consumo de pan blanco se asocia con un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad, mientras que el consumo de cereales integrales (incluyendo el pan integral) no se asociaría con tales riesgos metabólicos.
Así pues, como ya comentábamos en un inicio, aconsejar una cantidad de pan diaria determinada sería un consejo generalista, necesario, pero matizable: hay que saber elegir el tipo de pan (mejor siempre integral, o todo lo integral que sea posible), y moderar su consumo dependiendo del estilo de vida general; no será aconsejable la misma cantidad para una persona sedentaria que para una persona activa o bien para una persona deportista, entre otros muchos matices. El mejor consejo no sería solo reducir el consumo de pan blanco, sino directamente cambiar cualquier pan a su alternativa integral.