El consumo de ácidos grasos omega-3, ya sea en forma de suplementación o bien en forma de aceite de pescado, es muy popular hoy en día. Se sabe que estos ácidos grasos tienen múltiples beneficios para la salud vascular y cerebral, aunque debemos recordar que el beneficio real se encuentra en el equilibrio entre ácidos grasos omega-3 y omega-6; el problema es que la alimentación occidental actual excede las necesidades de omega-6, y suele ser deficitaria en omega-3.
La suplementación con aceite de pescado ya se habría relacionado con mejoras a nivel de salud cerebral y estado de ánimo, y se sospechaba que reduce el riesgo de sufrir deterioro cognitivo. Sabiendo esto, un equipo de investigadores de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón (OHSU) investigó los efectos de los ácidos grasos omega-3 del aceite de pescado en más de 100 personas de avanzada edad. Y un grupo en especial sí habría visto beneficios.
En recientes estudios ya se habría producido una paradoja en cuanto a la suplementación de ácidos omega-3 se refiere: su consumo reduciría el riesgo cardiovascular en determinadas personas, pero podría llegar a aumentar el riesgo en otras. No sería un suplemento óptimo para cualquiera, como se suele creer, sino en casos muy específicos. Al menos, en cuanto a enfermedad cardíaca se refiere.
Sin embargo, en este nuevo estudio los investigadores se focalizaron en el potencial beneficio del consumo de aceite de pescado frente al riesgo de sufrir deterioro cognitivo. El trabajo, publicado en la revista JAMA, se habría centrado en personas de entre 75 y 95 años con pocos o ningún signo de deterioro cognitivo, aunque con daños objetivables en la materia blanca cerebral achacables a la misma edad.
Lo que se buscó es saber si el consumo de ácidos grasos omega-3 podría marcar alguna diferencia, evitando o retrasando la aparición de enfermedades como la enfermedad de Alzheimer. En este caso, el consumo de ácidos grasos omega-3 no marcó una gran diferencia en el conjunto del estudio tras 3 años de seguimiento, pero sí hubo un subgrupo de participantes que notaron mejoría: los individuos portadores del gen APOE4, el cual se ha relacionado con un mayor riesgo de sufrir enfermedad de Alzheimer.
La suplementación con aceite de pescado no pareció afectar al crecimiento de lesiones de la materia blanca cerebral, pero aquellos individuos con predisposición genética a sufrir enfermedad de Alzheimer sí obtuvieron reducciones significativas en la degradación neuronal.
Como explica Gene Bowman, neurólogo de OHSU, "el hecho de que la degradación de la integridad neuronal se ralentizada en las personas asignadas al azar al tratamiento con omega-3 que ya poseían una predisposición a sufrir enfermedad de Alzheimer es notable y justificaría un ensayo clínico más amplio en poblaciones más diversas en el futuro". "Es el primer ensayo de prevención de la demencia que usa herramientas modernas, como un análisis de sangre y tomografía cerebral, con el objetivo de identificar a las personas con alto riesgo de demencia, pero también para buscar aquellos individuos más adecuados para recibir una intervención nutricional específica".
Estos hallazgos sugerirían que la suplementación generalizada con ácidos grasos omega-3 con el objetivo de prevenir el deterioro cognitivo o retrasar la aparición de enfermedades neurodegenerativas no tendría sentido, pero sí sería adecuado en grupos muy específicos, como aquellas personas con una predisposición genética. Por ello, los investigadores sugieren que será necesario realizar estudios más amplios y focalizados en portadores del gen APOE4, con el objetivo de corroborar que esta suplementación puede ralentizar la progresión de estas enfermedades o incluso evitarlas.