El aceite de oliva virgen extra es uno de los tesoros más preciados de nuestra gastronomía. Sus beneficios, tras cientos de estudios realizados sobre su consumo, están fuera de toda duda. Sin embargo, de cuando en cuando, surgen investigaciones que cuestionan que sea igual de beneficioso para todos los grupos de población.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Florida y del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales ha examinado más de cerca los beneficios para la salud de las dietas basadas en plantas para las personas en riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular aterosclerótica.
Lo han hecho debido a la reciente promoción de dietas veganas en las que el aceite de oliva virgen extra aparece como un medio para reducir los preocupantes niveles de colesterol que se dan entre la población. Así, las grasas de origen animal pueden llegar a suponer casi la mitad de la ingesta energética del cuerpo en estos casos.
Por el momento, y según los autores del estudio, la evidencia de que el aceite de oliva combinado con dietas bajas en grasas y basadas en alimentos integrales beneficia a las personas con factores de riesgo de enfermedades cardíacas es escasa. De ahí que los investigadores se pusieran manos a la obra para desentrañar este 'misterio'.
Así, los científicos reclutaron a 40 adultos de entre 18 y 79 años que pasaron un total de ocho semanas con una dieta vegana que consistió en: cuatro semanas con una dieta con cuatro cucharaditas adicionales de aceite de oliva por día, y cuatro semanas con una versión baja en AOVE de la dieta sin aceite de oliva extra, con una semana de descanso entre ambas.
Tanto las dietas bajas como las altas en aceite de oliva virgen extra condujeron a mejoras en los perfiles cardiometabólicos (incluyendo colesterol, azúcar en sangre e inflamación) en comparación con las mediciones tomadas antes de las dietas. Curiosamente, el orden en que se siguieron las dietas causó una diferencia en cómo cambiaron los niveles de colesterol en comparación con sus valores iniciales al comienzo del estudio.
Comenzar el periodo de dieta con cantidades relativamente altas de aceite de oliva y luego pasar a comidas con poco o nada de aceite de oliva hizo que los niveles de lipoproteína de baja densidad (LDL) o colesterol "malo" de los voluntarios disminuyeran. Así, por otro lado, añadir AOVE después de semanas con poco o nada de aceite pareció impedir la reducción del LDL.
El equipo cree que las pequeñas cantidades de grasa saturada encontradas en el aceite de oliva virgen extra podrían afectar el procesamiento de los LDL por parte del hígado, causando que se eleven en la sangre, donde pueden aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular e infarto.
"La disminución en la ingesta de aceite de oliva virgen extra puede resultar en una mayor reducción de lípidos que un consumo relativamente mayor", escriben los investigadores en su artículo publicado.
"Aunque ambas dietas mejoraron el fenotipo metabólico, una intervención baja en AOVE puede proporcionar una mejor reducción del LDL-C en personas con mayor riesgo", añaden los investigadores.
En resumen, reducir las porciones adicionales de aceite de oliva puede ser algo a considerar para aquellos con mayor riesgo de enfermedad cardíaca, dicen los investigadores. Estudios futuros podrían investigar cómo esta asociación podría manifestarse en grupos más grandes de participantes y durante períodos de tiempo más largos, pero es otro recordatorio de que somos lo que comemos.