El consumo de carne roja y sobretodo el de carne procesada se ha relacionado con el aumento del riesgo de diversas enfermedades, especialmente las enfermedades cardiometabólicas, como es el caso de la diabetes tipo 2. Sin embargo, en general no somos conscientes de la escasa cantidad que se necesita para poder aumentar significativamente dicho riesgo.

Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por la Universidad de Cambridge y publicado en la revista The Lancet Diabetes & Endocrinology habría ahondado en el asunto, concretamente en la relación entre carne procesada y diabetes: tan solo dos lonchas de jamón cocido o jamón York serían suficientes para aumentar el riesgo.

Actualmente ya son más de 400 millones de personas en todo el mundo las que han sido diagnosticadas de diabetes tipo 2, una enfermedad cardiometabólica que se ha convertido en una de las primeras causas de ceguera, insuficiencia renal, infarto cardíaco, accidente cerebrovascular e incluso amputación de miembros inferiores.

Se sabe que mantener un peso saludable y en una vida activa, evidentado el sedentarismo, es clave para prevenir y mejorar la diabetes tipo 2; sin embargo, también existe suficiente evidencia que sugiere que la dieta sería uno de los factores esenciales tanto para prevenir como para tratar esta enfermedad.

Sabiendo esto, los investigadores responsables del nuevo estudio realizaron un metanálisis con datos de 1.97 millones de adultos procedentes de 20 países diferentes de Europa, América, el Mediterráneo Oriental, el sudeste asiático y el Pacífico occidental. Y sus resultados respaldarían las actuales recomendaciones de limitar el consumo de carne roja y procesada.

Como explica la profesora Nita Forouhi, autora principal del estudio: "nuestra investigación proporciona la evidencia más completa hasta la fecha sobre una asociación entre el consumo de carne roja sin procesar y carne procesada con un mayor riesgo de sufrir diabetes tipo 2. Nuestros resultados respaldan las recomendaciones sobre limitar el consumo de carne roja y carne procesada para reducir dicho riesgo".

De hecho, según los hallazgos del estudio, un consumo diario habitual de apenas 50 gramos de carne procesada (dos lonchas de jamón cocido) ya se asociarían con un 15% más de riesgo de sufrir diabetes tipo 2 en los siguientes 10 años. Por su parte, consumir 100 gramos de carne roja no procesada al día (un filete pequeño) se asociaría con un 10% más de riesgo de sufrir la enfermedad.

Por otro lado, el consumo habitual de 100 gramos de carne de ave de forma diaria también se habría asociado con un 8% más de riesgo de sufrir diabetes, pero tras realizar análisis más específicos dicha asociación se debilitó. Sin embargo, la asociación entre diabetes, carne roja y/o carne procesada persistieron a pesar de tener en cuenta diversos escenarios y análisis más específicos.

Actualmente organismos como la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) aconsejan el consumo de 3 raciones de carne a la semana, priorizando carnes magras y carne de ave y minimizando la carne procesada, lo que equivaldría a unos 300 gramos semanales de carne, priorizando la carne blanca y evitando tanto la carne roja como la procesada. Recordemos, como ya hemos explicado en 'EL ESPAÑOL', que la carne de cerdo no es carne blanca.

Los investigadores señalan que, si bien en trabajos previos ya se habrían sugerido resultados similares, en este nuevo metanálisis se examinaron datos de participantes individuales en cada estudio, siendo más específicos si cabe en la evidencia. 

Para finalizar, aunque cabe recordar que este estudio es observacional y no puede demostrar una causalidad como tal, sus resultados son consistente con las recomendaciones nutricionales actuales y con cientos de trabajos de investigación previos. Así mismo, la gran cantidad de población analizada respaldaría más si cabe estas recomendaciones.

Así pues, no está de más recordar que el mensaje general sigue siendo el de las últimas recomendaciones: moderar el consumo de carne, priorizando carne blanca y carne magra, y aumentar el consumo de frutas, verduras, frutos secos, semillas y legumbres. Y mantener siempre un nivel adecuado y constante de actividad física, tanto aeróbica como de ejercicios de fuerza.