El estudio de los compuestos bioactivos de los alimentos han cobrado importancia en los últimos años, y los polifenoles son una de las prioridades en este campo. Se destacan sus múltiples beneficios para la salud y su amplia disponibilidad en alimentos de origen vegetal como frutas, verduras, semillas, café y té. Sin embargo, los más populares son los 'polifenoles dulces': aquellos con sabor amargo, como los del pimiento rojo, causan rechazo y requieren de un gusto adquirido.
Se conocen 8.000 tipos de polifenoles y 25 tipos de receptores del gusto tipo 2 (T2R), los cuales captan el sabor amargo y se expresan dentro y fuera de la cavidad oral. Su expresión a lo largo del tracto gastrointestinal es responsable de la bioactividad de los polifenoles, pero hasta ahora los mecanismos que dan lugar a sus beneficios no estaban claros.
Con el objetivo de rellenar este vacío de conocimiento, un equipo internacional de investigadores de Japón e Italia, dirigidos por la profesora Naomi Osakabe del Instituto de Tecnología de Shibaura (Japón), han realizado una revisión para comprender cómo funciona esta interacción entre polifenoles y receptores T2R. Sus hallazgos de han publicado recientemente en la revista Food Bioscience.
Como recuerda Osakabe, "a pesar de su mala absorción, existe evidencia sobre el potencial de los polifenoles para mejorar la tolerancia a la glucosa. Estamos investigando la relación entre la ingesta de polifenoles y el riesgo de sufrir diabetes tipo 2, dado que el mecanismo mediante el cual se produce este efecto beneficioso aún es desconocido".
Así pues, los investigadores se centraron en el mecanismo de comunicación entre los polifenoles, los receptores T2R y los centros cerebrales que regulan la homeostasis de la glucosa y el apetito. Según sus hallazgos, la unión y activación de los T2R mediada por polifenoles a nivel gastrointestinal promueve la secreción de hormonas intestinales como la colecistoquinina (CCK) y las incretinas.
Recordemos que las incretinas incluyen el polipéptido insulinotrópico dependiente de la glucosa, y también el péptido similar al glucagón-1 o GLP-1, los cuales desencadenan la secreción de la insulina y regulan la homeostasis de la glucosa en sangre. Tanto CCK como GLP-1 regulan el apetito y la ingesta de alimentos al influir en la motilidad gastrointestinal.
De hecho, así funcionan fármacos como la conocida semaglutida o la nueva tirzepatida, dado que en ambos casos se produce una acción similar a GLP-1. En el caso de tirzepatida, sin embargo, también se potencian otras moléculas como GIP.
En conjunto, estas hormonas gastrointestinales cuya liberación se desencadena por la acción de los polifenoles contribuirían a reducir el riesgo de diabetes y obesidad. Como explica la misma Osakabe:
"Se sabe que las hormonas gastrointestinales regulan la conducta alimentaria y mantienen la tolerancia a la glucosa a través de los sistemas endocrino y nervioso. Es posible que el amargor de los polifenoles ayude a reducir el riesgo de diabetes y sus complicaciones a través de la activación de T2R".
En general, estos resultados apuntan a que los polifenoles ingeridos, a pesar de no ser absorbidos durante su paso por el tracto gastrointestinal, podrían promover la secreción de hormonas gastrointestinales al activar los receptores del sabor amargo expresados en las células secretoras digestivas, regulando así los niveles de azúcar en sangre y también el apetito.
Como conclusión final, Osakabe explica que "este estudio destaca la importancia del consumo de polifenoles para reducir la obesidad y el riesgo de diabetes mediante la regulación de los niveles de azúcar en sangre y el apetito"