Las dietas bajas en carbohidratos han sido tradicionalmente consideradas menos nutritivas que otras más completas. Una nueva investigación a cargo de la Universidad de Vermont en Estados Unidos ha podido comprobar que una alimentación de este tipo no solo no provoca carencias, sino que mejora parámetros de salud como el peso corporal y el control del azúcar en sangre. La restricción de hidratos de carbono, por otra parte, no provocó un consumo excesivo de proteínas o grasas.
El nuevo estudio, publicado en Frontiers in Nutrition, corrobora que las dietas bajas en carbohidratos satisfacen e incluso superan las necesidades nutricionales de las personas. Se evaluaron tres planes: dos dietas cetogénicas (una con 20 gramos de carbohidratos netos por día, otra con 40), y un plan más liberalizado con 100 gramos de carbohidratos netos por día. Los tres planes cumplieron con la definición de consenso de una dieta baja en carbohidratos, que incluye menos de 130 gramos de carbohidratos por día.
"Muchos estadounidenses tienen dificultades para obtener los nutrientes que necesitan de las opciones alimentarias habituales", señala Beth Bradley, del Departamento de Nutrición y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Vermont. "Nuestros hallazgos sugieren que, además de su capacidad bien establecida para ayudar a controlar el peso, los patrones de alimentación bajos en carbohidratos pueden ayudar a promover una mejor calidad de la dieta", recoge Europa Press.
Los tres planes de alimentación bajos en carbohidratos superaron de forma segura las necesidades nutricionales de vitaminas A, C, D, E, K, tiamina, riboflavina, niacina, folato y vitaminas B6 y B12 tanto para hombres como para mujeres de 31 a 70 años. Solo en ciertas poblaciones con mayores necesidades algunos nutrientes se comprobaron ligeros déficits en los planes de alimentación bajos en carbohidratos: hierro para mujeres más jóvenes, y calcio para adultos mayores.
Cabe destacar que los dos planes de alimentación que contenían 40 gramos y 100 gramos de carbohidratos netos, respectivamente, también aportaban fibra más que suficiente para las mujeres de entre 31 y 70 años. "La idea de que una dieta baja en carbohidratos también debe ser baja en fibra simplemente no está respaldada por los datos. Las verduras sin almidón, los frutos secos y las semillas pueden aportar fibra a la dieta y, al mismo tiempo, mantener bajo control la ingesta neta total de carbohidratos", explica la autora.
Los niveles de proteínas se encontraban dentro del rango aceptable de distribución de macronutrientes, que oscila entre el 10 y el 35 por ciento de las calorías diarias. Aunque tenían un contenido más bajo de grasas saturadas y sodio en comparación con la dieta estadounidense promedio, también excedían ligeramente las recomendaciones de grasas saturadas y sodio. Sin embargo, también ofrecían proporciones más beneficiosas de omega-6 a omega-3 y de sodio a potasio.
"Una mejor proporción de omega-6 a omega-3 se ha relacionado con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes tipo 2. Y, de manera similar, una proporción más óptima de sodio a potasio puede ayudar a reducir el riesgo de hipertensión arterial y enfermedades cardíacas", afirma la doctora Bradley. Si bien algunas personas -mujeres jóvenes, adultos mayores- pueden beneficiarse de los suplementos dietéticos para satisfacer todas sus necesidades individuales, la dieta baja en carbohidratos proporciona una base nutricional sólida para la salud.