Los hábitos alimenticios desempeñan un papel crucial en la prevención, tratamiento y recuperación del cáncer, según Nichole Andrews, dietista especializada en oncología que acumula más de 300.000 seguidores en Instagram. Si bien los factores genéticos tienen un impacto significativo en el riesgo de desarrollar cáncer, esta experta destaca que las decisiones dietéticas pueden influir en procesos biológicos fundamentales como la inflamación, la regulación hormonal y la reparación del ADN, todos ellos vinculados al desarrollo de cáncer. En este sentido, los estudios científicos indican que ciertos alimentos aumentan directamente el riesgo de cáncer, mientras que otros pueden reducirlo.
Uno de los alimentos que Andrews evita categóricamente son las carnes procesadas, como el tocino, el jamón y las salchichas. Según la evidencia disponible, el consumo regular de estos productos está asociado con un mayor riesgo de cáncer, especialmente el cáncer colorrectal. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha clasificado las carnes procesadas como carcinógenos del Grupo 1, lo que significa que existe evidencia sólida de que causan cáncer en los seres humanos. Este grupo de alimentos daña directamente el ADN y puede iniciar el desarrollo de células cancerosas, lo que convierte su consumo en un factor de riesgo crítico.
"Lo que comemos puede influir en varios procesos biológicos como la inflamación, la regulación hormonal y la reparación del ADN, todos los cuales son factores clave en el desarrollo del cáncer", explica la científica a Parade. El peligro de las carnes procesadas se debe en gran parte a los conservantes que contienen, como los nitratos y nitritos, que durante la cocción o la digestión pueden formar compuestos cancerígenos conocidos como N-nitrosos. "Los alimentos que causan cáncer dañan directamente el ADN y pueden iniciar el desarrollo del cáncer", apunta la experta.
Además, cocinar estas carnes a altas temperaturas, ya sea asándolas o friéndolas, genera compuestos dañinos como las aminas heterocíclicas (HCA) y los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH), ambos vinculados con el desarrollo de cáncer. Estos hallazgos, respaldados por estudios científicos, son motivo suficiente para que oncólogos como Andrews eviten estos alimentos por completo. "Se añaden a las carnes procesadas para preservar el color y prevenir el deterioro. En estudios de laboratorio, estos compuestos forman compuestos que causan cáncer, son cancerígenos", subraya en un TikTok.
También se refiere a las carnes ahumadas, ya que como destaca, la elaboración de este alimento es determinante en cuanto a lo nocivo que pueda ser. Incluso, en la Unión Europea se ha dado un plazo de cinco años a las empresas que fabrican productos con aditivos artificiales como ingredientes para que eliminen estos compuestos. La preocupación por los alimentos que promueven condiciones favorables para el desarrollo del cáncer no solo abarca las carnes procesadas e incluso el alcohol, como destaca Andrews, sino también el azúcar.
Aunque no está clasificada como carcinógeno, una dieta rica en azúcares puede llevar a la obesidad, un factor de riesgo conocido para varios tipos de cáncer, como el de mama, colon y endometrio. El exceso de azúcar contribuye a la inflamación y afecta negativamente a los procesos metabólicos, lo que incrementa indirectamente el riesgo de cáncer. De hecho, diversos estudios científicos apoyan la afirmación de Andrews de que hasta el 50% de todos los casos de cáncer podrían prevenirse mediante cambios en el estilo de vida, en particular, a través de la dieta, el ejercicio regular y la gestión del peso.
Según el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF), estos factores son fundamentales para reducir la incidencia de estas patologías. Si bien los factores genéticos y ambientales juegan un papel importante, la adopción de una dieta saludable puede influir en la expresión de los genes relacionados con el cáncer, lo que subraya el poder preventivo de los hábitos alimenticios.
Un enfoque alimentario centrado en la prevención del cáncer se asemeja a los patrones dietéticos promovidos por dietistas durante años. Este tipo de régimen se basa en alimentos ricos en nutrientes como frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras, y reduce el consumo de alimentos procesados, azúcares y grasas no saludables. Andrews destaca que alimentos como las verduras crucíferas, entre ellas el brócoli y las coles de Bruselas, son conocidos por sus compuestos antitumorales, mientras que las bayas como los arándanos están cargadas de antioxidantes que protegen el ADN del daño celular.
Además de las frutas y verduras, esta nutricionista también incluye en su dieta pescados grasos como el salmón, que son ricos en ácidos grasos omega-3, conocidos por sus propiedades antiinflamatorias. Estos compuestos no solo benefician la salud cardiovascular, sino que también juegan un papel crucial en la reducción de la inflamación sistémica, un proceso que contribuye al desarrollo de varios tipos de cáncer.
Si bien es tentador buscar un "superalimento" que pueda prevenir el cáncer por completo, Andrews es enfática al señalar que no existe un solo alimento que proporcione una protección total. Según sus palabras, "ningún alimento por sí solo previene el cáncer", lo que importa es el patrón dietético general. Esto incluye un enfoque equilibrado que combine una dieta rica en nutrientes con un estilo de vida saludable que incluya ejercicio regular y control del peso.