El Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos de la Unión Europea (RASFF), encargado de coordinar a las distintas agencias de Seguridad Alimentaria de los países miembros, ha emitido una alerta por contaminación debido a un patógeno en mejillones procedentes de España. En concreto, se ha detectado una presencia por encima de los límites autorizados de la bacteria Escherichia coli (E. coli), un riesgo de toxiinfección alimentaria calificado como "serio".
La detección del riesgo para los consumidores se ha producido durante un control de mercado realizado en Italia, detalla la RASFF. El producto en concreto es la variedad Mytilus Galloprovincialis y ya se ha ordenado su retirada completa del mercado italiano. Los análisis han determinado que la concentración por unidad es hasta 700 veces mayor de lo permitido para garantizar la seguridad de los consumidores.
Como suele suceder, el informe de RASFF no precisa qué marca(s) alimentaria(s) se ven afectadas por esta alerta, o cual ha sido su región de origen. Organizaciones como Facua han criticado en ocasiones precedentes esta laguna en la información, lo que "imposibilita que los consumidores puedan comprobar si han comprado o consumido alguno de los productos alertados" y "siembra la sospecha" en toda la producción.
La bacteria E. coli es capaz de colonizar con facilidad el tracto gastrointestinal de seres humanos y animales sanos. En caso de adquirirla a través de la comida, puede pasar desapercibida al no causar síntomas, o sólo una leve diarrea. Sin embargo, existen algunos subtipos de este microorganismo que sí que pueden ser especialmente dañinos, como "cólicos abdominales intensos, diarrea con sangre y vómitos", explica la página web de la Clínica Mayo.
"A diferencia de otras bacterias que causan enfermedades, la E. coli puede provocar una infección aunque la ingieras en pequeñas cantidades. Por esta razón, puedes enfermarte por E. coli por comer una hamburguesa poco cocida o por beber un poco de agua contaminada de una piscina", explica la Clínica Mayo. "Las fuentes potenciales de exposición son el agua y los alimentos contaminados, y el contacto de persona a persona".
Los alimentos que más habitualmente son contaminados por esta bacteria son la carne de vacuno cruda y sus derivados poco cocinados, la leche cruda y los productos lácteos elaborados con leche sin pasteurizar, frutas y verduras sin lavar o desinfectar y los moluscos bivalvos. Esto se debe a que los mejillones, como en el caso que nos ocupa, son grandes "depuradores" que filtran el agua marina y pueden adquirir la bacteria en caso de contaminación por alcantarillado.
Los mejillones son uno de los moluscos más consumidos en España junto a otros grandes clásicos como las almejas o los berberechos. Se trata de un marisco que, según la Federación Española de la Nutrición (FEN), destaca por un "aporte de proteínas de buena calidad", aunque la cantidad es algo inferior (alrededor de un 10%) a la que podemos encontrar en el resto de moluscos. Por lo demás, también posee una gran cantidad de agua (alrededor del 87%) y una cantidad muy pequeña de grasa (1,9%).
Así, el mejillón también destaca por tener un interesante aporte de hierro, fósforo y yodo. "El hierro que contiene -4,5 gramos por cada 100 gramos de carne de mejillón- es superior incluso al de muchas carnes como la de cerdo o tener, si bien hay que tener en cuenta que los mejillones se consumen en cantidades inferiores a las carnes, y con menos frecuencia", advierte el organismo.