La Fundación Española del Corazón (FEC) recomienda que todas las semanas tomemos entre tres y cuatro raciones de pescado, aunque no siempre cumplimos. El pescado suele perder frente a la carne en cuestión de popularidad, pero es mucho más saludable. Esto se debe a que, aunque ambas son buenas fuentes de proteínas de alta calidad, el pescado tiene menos grasa y, sobre todo, la que contiene se considera cardiosaludable. Las carnes rojas y procesadas, por el contrario, elevan el riesgo de enfermedad cardiovascular. 

Los cardiólogos sienten debilidad por los pescados azules, a los que también se conoce como grasos. Son aquellos que contienen más de un 5% de grasa en su composición total, pero estas son insaturadas y, por lo tanto, son capaces de mejorar el perfil de colesterol en nuestra sangre. La presencia de este tipo de grasas en la dieta es fundamental, a pesar de que durante décadas se ha considerado igualmente indeseables los distintos tipos de este nutriente por su supuesta relación con el aumento de peso.

En este sentido, el cardiólogo Giovanni Campanile explica que el pescado debería estar muy presente en nuestra dieta porque "es una gran fuente de proteínas, pero también de ácidos grasos omega-3, que ayudan a reducir el riesgo de enfermedad cardíaca". Pero, además, contiene vitamina B12, que contribuye a mejorar el estado de los vasos sanguíneos, niacina y selenio, que evitan que se produzca la inflamación de manera crónica. Todos estos nutrientes son fundamentales para el corazón, según el cardiólogo.

Pescado para el corazón

Campanile participa en este artículo de la revista Parade sobre la importancia de comer pescado y en el que se destaca el salmón. Sin duda, esta especie es una de las favoritas de los médicos porque "representa las propiedades típicas de los pescados azules", explica este documento del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). Tiene un alto contenido de grasa, en torno al 12% de toda su composición, siendo la mayoría de esta ácidos grasos monoinsaturados. 

De hecho, los monoinsaturados son los mismos ácidos grasos que abundan en el aceite de oliva. Si sustituyen en la dieta a los ácidos grasos saturados, son capaces de reducir el colesterol malo, que recibe el nombre de lipoproteína de baja densidad (LDL, por sus siglas en inglés). A pesar de que su contenido en ácidos grasos poliinsaturados es minoritario, en este grupo se encuentra el omega-3 que tanto se asocia con la carne de esta especie de pescado. Los beneficios de esta sustancia para el corazón son bien conocidos. 

"Destacan por su acción antiagregante y vasodilatadora, y su efecto sobre la disminución de la presión arterial y la trombosis. Se ha demostrado su papel en la prevención de la aparición de enfermedades cardiovasculares, arritmia y muerte súbita. Además, no sólo disminuyen el nivel de colesterol malo o LDL, sino que también aumentan ligeramente el colesterol bueno o HDL", explica la FEC en su página web. En cualquier caso, el salmón también se reserva otros beneficios más allá de su buen perfil de grasas.

Entre los micronutrientes —es decir, vitaminas y minerales— que contiene el salmón destacan el fósforo, el selenio, el yodo, el potasio y las vitaminas del grupo B. Entre las vitaminas de ese grupo, destacan tanto la B12 como la niacina que Campanile destacaba como sustancias clave en los beneficios del pescado. Si queremos acompañar este pescado, Campanile también ha destacado la presencia de frutos secos, semillas y legumbres para mantener el beneficio para el corazón en la dieta.

"Estos alimentos no sólo son buenas fuentes de proteínas, sino que también pueden reducir el colesterol y el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Los frutos secos —y especialmente las nueces— contienen altos niveles de ácidos omega-3 y tienen propiedades antiinflamatorias, que pueden mejorar la salud cardiovascular al reducir la inflamación y reducir el colesterol", resume Campanile.