Una nueva investigación presentada en la reunión anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD, por sus siglas en inglés) en Madrid indica que el consumo de fruta, avena y centeno en la infancia se asocia con una mayor incidencia de diabetes tipo 1 (DT1). Sin embargo, el consumo de bayas -arándanos, frambuesas o grosellas- se asocia con una mejor regulación del azúcar en sangre.

La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune en la que las defensas atacan y destruyen las células de los islotes pancreáticos que producen insulina, lo que impide regular adecuadamente los niveles de azúcar en sangre. Es la forma más común de diabetes en niños y está aumentando en todo el mundo, recoge Europa Press. Se estima que el número de casos en todo el mundo se duplicará en tan solo 20 años, pasando de 8,4 millones en 2021 a 17,4 millones en 2040. 

"La diabetes tipo 1 es una enfermedad grave que requiere tratamiento de por vida y supone una carga considerable para el paciente y su familia", afirma la profesora Suvi Virtanendel Instituto Finlandés de Salud y Bienestar en Helsinki. "Puede provocar complicaciones como problemas oculares, cardíacos, nerviosos y renales, acortar la esperanza de vida y tiene unos costes sanitarios sustanciales".

La profesora Virtanen y sus colegas exploraron si la dieta en la infancia y la niñez temprana estaba asociada con el desarrollo de diabetes tipo 1. Se realizó un seguimiento de 5.674 niños (3.010 niños y 2.664 niñas) con susceptibilidad genética a la diabetes  desde su nacimiento hasta los seis años de edad. Sus padres completaron registros alimentarios desde los tres meses hasta los seis años de edad.

A los seis años, 94 de los niños habían desarrollado diabetes tipo 1. Otros 206 desarrollaron autoinmunidad de islotes y, por lo tanto, tenían un riesgo mayor de desarrollar diabetes tipo 1 en los próximos años. Los resultados muestran que cuanto más fruta, avena o centeno comían los niños, más aumentaba su riesgo de padecer diabetes. Por el contrario, comer fresas, arándanos, arándanos rojos, frambuesas, grosellas negras y otras bayas parecía brindar protección.

Cuantas más bayas comía un niño, menos probabilidades tenía de desarrollar diabetes tipo 1. "Son especialmente ricas en polifenoles, unos compuestos vegetales que pueden reducir la inflamación asociada al desarrollo de la diabetes", destaca Virtanen. "Por otro lado, las frutas pueden contener sustancias nocivas que no se encuentran en las bayas, como pesticidas".

La avena, los plátanos, los productos lácteos fermentados (como los yogures) y el trigo se asociaron con un mayor riesgo de autoinmunidad de los islotes, mientras que las verduras crucíferas, como el brócoli, la coliflor y el repollo, se asociaron con un menor riesgo. Todas las asociaciones fueron independientes: ocurrieron independientemente de los otros alimentos consumidos.

Así, aunque sería recomendable introducir las bayas en los desayunos de los niños, la especialista pide no dejar de tomar el resto. "Muchos de los alimentos que hemos relacionado con la diabetes tipo 1 se consideran parte de una dieta saludable y es importante que nuestros resultados se repliquen en otros estudios antes de que alguien considere hacer cambios en la dieta de su hijo".