Los lácteos y sus derivados pueden ser el ingrediente principal de multitud de platos, desde platos principales como unos macarrones o una lasaña, hasta snacks como el queso, o postres como el yogur. Son alimentos que forman parte de diversos patrones alimentarios saludables, aunque aún hoy en día se siga sugiriendo que el consumo de queso puede ser perjudicial, entre otros mitos que también hemos desmentido en EL ESPAÑOL.
Cabe destacar que un lácteo, como el queso, puede ser más o menos saludable dependiendo de su composición y cantidad consumida, algo que tanto dietistas como nutricionistas conocen. En este aspecto, la dietista Emily Van Eck, ha comentado recientemente su opinión sobre los lácteos; tanto sus beneficios como sus posibles riesgos si los consumimos en exceso.
Como explica Van Eck, los productos lácteos poseen diversos beneficios y pueden ser parte de un patrón alimentario saludable, sobre todo por su riqueza en nutrientes como el calcio o la vitamina D, los cuales son deficitarios en la dieta de determinadas poblaciones. Sabemos que el calcio y la vitamina D desempeñan un papel clave en la salud ósea, sin olvidar otros nutrientes y factores de estilo de vida, pero esto cobra más importancia si cabe a medida que se envejece dado el mayor riesgo de osteoporosis ligado a la edad.
Además, los lácteos como la leche, el yogur y el queso son alimentos ricos en proteínas, algo que se asocia con un mayor potencial saciante; sin olvidar la riqueza en probióticos en el caso del yogur, entre otros ejemplos. De hecho, estos productos son fáciles de utilizar de forma suplementaria en el caso de niños o personas con dificultades para satisfacer sus necesidades nutricionales, como explica la dietista.
Tanto en las Guías Nutricionales de la AESAN en España, como en las Pautas Dietéticas para Estadounidenses 2020-2025, se sigue recomendando el consumo de tres porciones diarias de leche, yogur o quesos bajos en grasa o sin grasa, especialmente en niños desde los nueve años hasta la edad adulta. Su consumo moderado contribuye a una buena salud general, incluyendo un menor riesgo de hipertensión, diabetes y enfermedades cardíacas. Pero, como en todo, sin excesos.
En dicho sentido, Van Eck puntualiza que, aunque los productos lácteos son saludables, también es posible caer en los excesos: es posible acabar sufriendo problemas digestivos secundarios al exceso de lactosa, como gases, diarrea, hinchazón y calambres. De hecho, como explica la dietista, "según los Institutos Nacionales de Salud, el 68% de la población mundial tiene algún nivel de malabsorción de lactosa, una afección que dificulta la digestión de la lactosa, el azúcar naturalmente presente en leche y sus derivados. La malabsorción puede acabar produciendo una intolerancia a la lactosa, dando lugar a mayor sintomatología con menores cantidades de lácteos y derivados. La mayoría de personas con estas afecciones pueden tolerar ciertas cantidades de lactosa, pero dicha cantidad variará dependiendo de cada persona".
También es posible no tener problema digestivo alguno tras consumir lácteos y derivados, como el queso. Sin embargo, de nuevo, una señal de que nos estamos excediendo sería el colesterol LDL o la tensión arterial: los productos lácteos, en especial los quesos, son ricos en sodio y grasa saturada, cuyo exceso puede acabar contribuyendo a una hipercolesterolemia o a una hipertensión arterial a medio y largo plazo. De ahí que se recomiende reducir su consumo en personas con riesgo de sufrir tales dolencias o ya estén diagnosticadas con estas patologías. Pero, de nuevo, la cantidad y el tipo de lácteos consumidos serían clave.
Por todos estos motivos, como explica Van Eck, es aconsejable consumir lácteos y derivados, y muchos otros alimentos, siguiendo las pautas recomendadas. Además, es aconsejable leer atentamente el etiquetado de los productos lácteos, cuyo único azúcar debería ser la lactosa, y no poseer azúcares añadidos ni sodio añadido o excesivo. Los productos lácteos pueden incluirse en cualquier patrón alimentario si no existe ningún problema de alergia o intolerancia, y pueden consumirse a diario, pero como sucede con cualquier alimento, no debemos caer en los excesos.