Como dijo CC Scott, "el espíritu humano es más fuerte que cualquier cosa que le pueda pasar", una frase muy adecuada para aquellas personas o familiares de algún paciente diagnosticado con cáncer, y cuya evolución fue finalmente favorable, a pesar de las circunstancias y las estadísticas.

Algo así experimentó Michael Perlin personalmente: a sus 64 años fue diagnosticado de cáncer de páncreas, un tipo de tumor maligno que representa el 3% del cáncer en Estados Unidos, afectando más a hombres que a mujeres, y siendo su diagnóstico habitual a partir de los 65 años. Además, suele diagnosticarse en etapas avanzadas, por lo que su pronóstico suele ser desfavorable. Aunque no siempre lo es, como contó Perlin recientemente.

Recordemos que el páncreas es un órgano que colabora en la digestión alimentaria y la regulación del metabolismo del azúcar, entre otras muchas funciones. Como sucede en otros órganos, las células anormales del páncreas puedenc crecer, multiplicarse y dividirse hasta acabar formando uno o más tumores malignos dentro de este pequeño órgano.

Algunos de los factores de riesgo ligados al desarrollo del cáncer de páncreas, según la Sociedad Estadounidense del Cáncer, serían el consumo de tabaco, el sobrepeso, la diabetes, la pancreatitis crónica y la exposición a sustancias químicas a nivel laboral, sin olvidar posibles antecedentes familiares.

En el caso de Perlin, a pesar de su edad, siempre había gozado de buena salud y no había sufrido grandes problemas ni ingresos hospitalarios. Sin embargo, sí tenía antecedentes familiares: su padre falleció a los 80 años por un cáncer de páncreas, aunque él jamás le dio importancia a esto.

Los síntomas del cáncer de páncreas suelen ser tardíos, y confundirse incluso con enfermedades del hígado, pero igualmente son llamativos: ictericia (coloración amarillenta de piel y ojos), orina oscura, dolor abdominal superior intenso o incluso picazón de la piel.

En el caso de Perlin, su primer síntoma fue la ictericia: "Me puse amarillo por todas partes y tenía una terrible sensación de picor por todo el cuerpo. Me llamo la atención y por eso fui a ver a mi médico de cabecera". Tras su diagnóstico, sintió un shock y a la vez cierto alivio, dado que pudo saber qué le sucedía.

Resultó que su tumor maligno de páncreas estaba presionando su conducto biliar, motivo por el cual sufrió la ictericia. Además, se sentía muy cansado, inapetente y con el mencionado picazón generalizado en la piel.

Tras su diagnóstico, fue tratado por el Dr. Peter Ledakis, MD, en el Mercy Medical Center de Baltimore. Su tratamiento empezó mediante una cirugía Whipple, donde se le extirpó la mitad de su páncreas y requirió un ingreso hospitalario de al menos una semana y una recuperación domiciliaria de cuatro meses. Posteriormente, se inició un tratamiento con quimioterapia y una combinación de otros tratamientos.

"Me instalaron una vía quirúrgicamente en el pecho para facilitar la inserción de las infusiones intravenosas. Fui al centro de infusiones intravenosas una vez a la semana durante al menos tres meses. Después de eso, empecé con la radioterapia otros tres meses, mientras tomaba simultáneamente un fármaco de quimioterapia oral. Tras los meses de radiación, volví a tomar las infusiones durante otros tres meses. Finalmente, me dieron un fármaco llamado Kreon, hecho de páncreas de cerdo, el cual contiene enzimas que ayudan a la digestión"

Tras todo el proceso, como explica Perlin, valió la pena. Actualmente tiene 70 años, han pasado seis años desde su diagnóstico y tratamiento, y dice que "se siente genial", como si nunca hubiese sucedido. Así mismo, es consciente de que tuvo mucha suerte al detectarse su cáncer a tiempo, dado que no había llegado al estadío dos: "los médicos me dijeron que no estaba en la etapa dos, gracias a Dios la ictericia nos alertó de que algo iba mal, ya que el cáncer de páncreas no presenta síntomas por sí solo".

Actualmente el cáncer de Perlin ha desaparecido y su equipo médico le ha dicho que está curado, y que este tipo de cáncer no vuelve a aparecer. Aún así, Perlin ha hecho algunos cambios en su estilo de vida tras su experiencia con el cáncer: solía beber varias cervezas al día, lo cual ha limitado a un máximo de dos cervezas semanales. Además, según explica, es más consciente de su salud, lo que le hace fijarse más en lo corta que es la vida y cómo vivirla con más plenitud si mantiene una mejor salud. De hecho, tras esta experiencia, se jubiló finalmente y ahora se dedica al arte y a intentar disfrutar más de su vida.