María Teresa Tejedor Junco
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A principios de octubre, la Consejería de Sanidad de Navarra detectó un aumento inusual de casos de toxiinfección por una bacteria llamada Escherichia coli verotoxigénica. Se vieron afectadas 23 personas y dos tuvieron que ser hospitalizadas.

Usando encuestas epidemiológicas, los especialistas observaron que los pacientes tenían en común haber consumido hamburguesas en un evento multitudinario que se había celebrado en Pamplona a finales de septiembre.

Numerosos medios de comunicación se han hecho eco de este suceso, lo que ha generado una lógica preocupación.

Escherichia coli, bacteria con muchas caras

En 2022 se notificaron 633 casos de infección por E. coli verotoxigénica en España. De las personas afectadas, 144 fueron hospitalizadas y 3 fallecieron.

Se denomina toxiinfección porque, tras penetrar en nuestro organismo, la bacteria produce unas toxinas –en este caso, verotoxinas– que causan los daños.

Sin embargo, la presencia de Escherichia coli en nuestro organismo no es sinónimo de infección. Este microorganismo forma parte de la microbiota habitual del intestino del ser humano y otros animales. No suele causar patologías e incluso es beneficioso; por ejemplo, ayuda a digerir alimentos o a sintetizar vitamina K.

Es fuera del intestino, y en determinadas situaciones, cuando puede hacernos daño. Suele encontrarse en infecciones urinarias, sepsis o infecciones de heridas.

La excepción son algunos serotipos capaces de desencadenar patologías intestinales, que pueden revestir gravedad e incluso ser mortales. Un ejemplo es E. coli O157:H7, el serotipo predominante y más virulento de E. coli verotoxigénica.

¿Qué son las verotoxinas?

Como ya hemos apuntado, E. coli verotoxigénica produce verotoxinas, sustancias que inhiben la síntesis de proteínas en los ribosomas de las células eucariotas. Se les llamó así porque pueden afectar a una línea de cultivos celulares denominada VERO.

También se han bautizado como Shiga-like toxinas, dado que se asemejan a las producidas por Shigella, otra peligrosa bacteria.

Las verotoxinas pueden causar desde diarreas y dolor abdominal a problemas graves como la colitis hemorrágica. En determinados casos (niños, ancianos o inmunodeprimidos) pueden generar complicaciones aún más severas. Un ejemplo es el síndrome urémico hemolítico, que cursa con anemia hemolítica y fallo renal y puede ser mortal.

Algunas variedades de esta toxina, como la Stx2a, son mucho más agresivas que otras.

¿Cómo se transmite?

E. coli O157:H7 se encuentra con cierta frecuencia en el intestino del ganado bovino y, menos a menudo, en otros animales como ovejas o cabras. Todos pueden ser portadores de esta bacteria, pero no sufren la enfermedad.

Algunos animales se comportan como “superpropagadores”, contribuyendo de forma desproporcionada a la transmisión.

En la mayoría de los casos, enfermamos al comer carne de vacuno que se haya contaminado con el contenido intestinal, si no la cocinamos adecuadamente. El riesgo aumenta con alimentos preparados a partir de carne picada.

También ha habido casos por consumo de leche cruda contaminada o de alimentos lácteos elaborados con dicha leche cruda.

Además, en los últimos años han ido aumentando las infecciones asociadas a vegetales crudos contaminados. En 2011 se produjo un brote importante en Alemania y Francia que se atribuyó al consumo de brotes de fenogreco, procedentes de Egipto, regados con agua contaminada. No obstante, este dato sigue sin ser totalmente confirmado.

Finalmente, también se han descrito casos producidos directamente por agua contaminada, el contacto con animales e incluso la transmisión entre personas.

Cómo evitar intoxicarnos

Las medidas fundamentales de prevención son la higiene y el control de los alimentos, sobre todo de sus manipuladores. Hay que tomar precauciones en todos los eslabones de la cadena alimentaria, de la granja a la mesa.

Concretamente, se debe cocinar adecuadamente la carne y no consumir leche cruda o derivados lácteos producidos con ella. También es importante controlar la calidad microbiológica del agua que se utiliza para regar vegetales de consumo crudo y lavar cuidadosamente este tipo de alimentos. Evitar el contacto de las personas enfermas con otras especialmente susceptibles es otro de los consejos a seguir.

Las hamburguesas, sospechosas 

Conociendo las características de la E. coli verotoxigénica, podríamos decir que es bastante probable que las hamburguesas fueran las responsables del brote. Especialmente si se consumen poco hechas, en general suponen un riesgo importante de toxiinfección alimentaria.

Adicionalmente, las encuestas epidemiológicas parecen indicar que todos los afectados habían asistido al evento. Sin embargo, ha habido casos previos donde la sospecha inicial luego no se ha confirmado. Fue el caso de la llamada “crisis del pepino”, cuando, también en 2011, se achacó un importante brote de la enfermedad al consumo de pepinos con origen español. Se produjeron 56 fallecimientos y enfermaron varios cientos de personas. Cuando se demostró que esas hortalizas no eran la causa, el daño económico a los agricultores españoles ya estaba hecho.

Por lo tanto, conviene realizar análisis moleculares para demostrar la presencia de la cepa concreta de la bacteria en las muestras de alimento que se hayan podido obtener y confirmar si coincide con la aislada en los pacientes. Esperemos a que concluyan los estudios para estar seguros.

* María Teresa Tejedor Junco es Catedrática de Microbiología, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

** Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.