P. Fava
Publicada

El investigador Miguel Herrero, del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL), desmiente que la miga de pan engorde más que la corteza. Estos son algunos de los mitos y creencias alimentarias que desmonta en Los bulos de la nutrición, el nuevo libro de la colección '¿Qué sabemos de?' del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

"Al tener menos agua, los componentes de la harina, básicamente hidratos de carbono, se encuentran más concentrados en la corteza, por lo que, a igualdad de peso entre la corteza y la miga, habrá una concentración de calorías mayor en la corteza", ha explicado el investigador.

Otro mito que ha querido matizar Herrero ha sido el referido al repetido beneficio que tendría consumir alimentos antioxidantes. En esta línea, ha señalado que "no existe una evidencia científica suficiente que revele el verdadero papel de los antioxidantes de la dieta en cuanto a su efecto preventivo frente al desarrollo de enfermedades".

No obstante, "sí que existen algunos indicios indirectos que permiten pensar que pueden tener un efecto positivo, aunque no se sepa en qué medida", añade. "Están apareciendo cada vez más investigaciones que estudian cómo se absorben y metabolizan los antioxidantes de los alimentos en humanos, lo que ayudará a arrojar más luz sobre esta cuestión".

En todo caso, ha señalado que los alimentos antioxidantes no son perjudiciales. "Lo que no está muy justificado es que esas ensaladas o zumos que llevan el cartel antiox sean más caros, porque los antioxidantes ya están en su composición de forma natural", ha aclarado.

Otros compuestos no exentos de controversia son los aditivos que se emplean para asegurar la conservación de los alimentos o para modificar su sabor, color y aroma. El autor ha explicado que, a pesar de ser tan denostados, juegan un papel fundamental en la alimentación y son seguros para el consumo.

"Hay grupos de alimentos como la miel, los aceites, la mantequilla o la pasta para los que el uso de aditivos está prohibido o limitado, pero existen otros como el vino o las legumbres ya cocidas en bote en los que son necesarios", ha afirmado.

Como consumidores, a veces resulta complicado localizar la información relevante que aparece en la etiqueta de un alimento, o incluso interpretar los mensajes que contiene. En este sentido, Herrero ha explicado que la información nutricional es una parte esencial de las etiquetas y su inclusión es obligatoria desde 2016.

Además, ha señalado que los ingredientes de un alimento se han de presentar de mayor a menor peso en el etiquetado. "Esto significa que, si en un cacao soluble el primer ingrediente de la lista es azúcar, este será el ingrediente que se encuentre en mayor proporción en el producto, y no el cacao", ha indicado el autor.

A su vez, pueden llevar a error algunas declaraciones nutricionales, como 'rico en fibra' o 'bajo en calorías', que son algunas de las herramientas de marketing más utilizadas por la industria alimentaria. Herrero ha precisado que son mensajes voluntarios y que su principal problema es que suelen hacer referencia a un componente en concreto, lo que no siempre implica que el alimento pueda ser considerado como saludable.