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Muchas de las personas que recurren a los complementos alimenticios, los consumen a primera hora del día, en el momento del desayuno, pero al contrario de lo que pueda parecer, no es la práctica más indicada en algunos de los casos, pues algunos de ellos pueden estar contraindicados o no ser los más adecuados para tomar junto al café.

Así lo asegura la cardióloga Natalya Uvanyuk, que en declaraciones al medio húngaro Magyar Hírlap indica que la absorción de vitamina D se puede ver perjudicada por el consumo de café. La experta asegura que, si se consumen varias tazas diarias de esta bebida, es fundamental incluir en la dieta alimentos ricos en esta vitamina, como las yemas de huevo, pescado y productos lácteos, así como incluso recurrir a la suplementación.

Esto tiene que ver con el hecho de que la cafeína puede reducir los niveles de calcio del cuerpo, un nutriente clave para que se active la vitamina D. Distintos estudios han demostrado que es posible experimenta una reducción inducida por la cafeína en la expresión del receptor de la vitamina D, lo que acaba provocando niveles más reducidos de dicha vitamina entre quienes consumen más cafeína.

Rhian Stephenson, terapeuta nutricional y fundadora de Artah, ha ido un paso más allá para asegurar que el contar con unos niveles bajos de vitamina D puede tener consecuencias muy negativas para la salud, pues hace que se incremente el riesgo de padecer trastornos del sueño, haciendo que estos tengan una menor duración, sean más frecuentes los despertares nocturnos y problemas para conciliar el sueño.

Lo mismo sucede con otros minerales como la vitamina C o el hierro, motivo por el que se recomienda separar la ingesta de cafeína con la de estos nutrientes al menos 30 minutos y complementarlos en el caso de que se consuman varias tazas de café diarias.

Los beneficios de la vitamina D para la salud

Mantener unos niveles adecuados de vitamina D es muy beneficioso para la salud en todas las etapas de la vida, pero especialmente durante el embarazo. Esta vitamina, entre otras muchas funciones, favorece la absorción del calcio y el fósforo en el intestino, además de contribuir al buen funcionamiento del sistema inmunitario.

La vitamina D es una vitamina liposoluble, considerada una hormona por muchos especialistas por el hecho de que actúa en la práctica totalidad de los órganos y sistemas del organismo, siendo además clave para la salud de huesos y dientes, así como para la absorción del calcio a nivel intestinal. De igual modo, destaca por su papel en el sistema muscular, nervioso e inmunitario.

La vitamina D ayuda a prevenir el raquitismo infantil, una enfermedad que provoca debilitamiento y deformación de los huesos, mientras que en personas adultas previene la osteomalacia, que ocasiona dolor óseo al mismo tiempo que provoca debilidad muscular, e incluso se está investigando si tienen relación directa con enfermedades como el cáncer, la esclerosis múltiple, la diabetes o la hipertensión.

Cómo mantener niveles óptimos de vitamina D

El cuerpo genera vitamina D por la propia exposición directa a los rayos del sol, para lo que no es aconsejable utilizar cabinas bronceadoras. Sin embargo, conviene tener cuidado con la exposición solar para evitar cáncer de piel, apostando siempre por usar máxima protección en cuerpo y cara. Exponerse al sol no solo significa ir a la playa o a la nieve, o realizar determinadas actividades al aire libre durante los meses de verano, sino que con cualquier paseo o con el simple hecho de comer en una terraza, se puede estar expuesto a los rayos del sol.

Cuando llegan los meses de otoño e invierno las horas de sol se reducen, lo que hace que sea aconsejable ingerir alimentos y suplementos ricos en vitamina D. Otra fuente importante de esta vitamina es la alimentación, pues alrededor a un 10-20% de la vitamina D que necesita una persona puede llegar de la mano de los alimentos que se ingieren.

En este sentido, algunos alimentos que pueden aportar vitamina D son carnes (hígado vacuno y pollo), huevos (principalmente la yema), leche y derivados (quesos, mantequilla y yogures enteros) y pescados azules (atún, caballa, sardinas y salmón).

Sin embargo, en ocasiones no es suficiente con la exposición a los rayos del sol y a una alimentación adecuada para poder disfrutar de unos niveles adecuados de vitamina D, siendo en estos casos cuando conviene recurrir a suplementos de vitamina D. Es habitual que requieran de suplementación las mujeres en periodo de lactancia, las personas mayores, personas de piel oscura (por tener menor capacidad para sintetizar la vitamina D), quienes padecen de obesidad y las personas con afecciones como enfermedades del hígado, enfermedad de Crohn o fibrosis quística.

En todo caso, conviene recalcar que un exceso de vitamina D puede ser perjudicial para la salud porque se termina por acumular en el tejido graso. Si su concentración en sangre es demasiado alta, puede llegar a provocar una serie de síntomas como estreñimiento, pérdida de peso, debilidad, vómitos, náuseas y pérdida de apetito.

Por todo ello, conviene tener claras las necesidades de cada persona, para lo cual se puede realizar una prueba de vitamina D, que es un análisis de sangre a través del cual se pueden conocer los niveles del individuo y determinar si la cantidad es o no la adecuada.