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Hacer la compra en el supermercado es todo un arte que se va perfeccionando con los años de práctica. Todos solemos buscar que nuestra cesta de la compra semanal sea saludable, pero también que los productos que compramos se hayan elaborado con el máximo grado de calidad posible y que, además, sea económica. Sin embargo, muchos alimentos están revestidos con algunos reclamos que exageran sus cualidades o que sólo cuentan una parte de ellas. Por eso, es importante estar alerta.

En este sentido, el dietista Pablo Ojeda ha advertido en el programa de radio Las mañanas Kiss de un aspecto que con frecuencia se nos pasa por alto a la hora de hacer la compra. "Cuidado, porque muchas veces cuando vamos a comprar productos del supermercado estamos pagando una fortuna por agua", alerta Ojeda. ¿A qué se refiere el experto? A que muchos de los productos que con frecuencia echamos al carrito tienen un exceso de agua injustificado y que, sin embargo, no resultan más baratos.

Y esto sucede con los alimentos más insospechados como, por ejemplo, las carnes. En los pasillos donde se venden estos productos, Ojeda advierte de que tenemos que estar pendientes de algunos reclamos. "Cuando leo extra tierno o extra jugoso y luego miro en la composición del producto ves que el pollo es un 60% y el agua un 24%. No es que esté tierno por sí mismo, es que le han metido agua y, lógicamente, ese pollo va a estar más tierno. Pero también estás pagando más por agua", explica el nutricionista. 

Ahora bien, no todos los reclamos de la carne en el supermercado son negativos. En esta entrevista de EL ESPAÑOL, Pablo Ojeda sostiene que el embutido que lleva el calificativo extra suele tener una calidad mayor. "Hay carnes procesadas y carnes procesadas. No tiene nada que ver un fiambre de York con un jamón cocido extra, que tiene un porcentaje de carne de un 92%. Por eso, tenemos que elegir un buen embutido", señaló. Es decir, que lo más importante es comprobar el etiquetado y observar que el porcentaje de carne sea lo más alto posible.

Pero este no es el único producto del supermercado cuya composición se infla con agua. Otro de ellos es la mantequilla que se vende con el reclamo de fácil de untar. Aunque esta grasa se suele ablandar con facilidad cuando se expone al calor, el mercado ha detectado que a muchos de nosotros nos cuesta extender este producto en la tostada mañanera. La manera de que se esparza de una manera más suave es, por supuesto, añadir agua a la mezcla, según ha explicado Ojeda.

"La mantequilla fácil de untar es 60% mantequilla y 40% agua. Claro que es más fácil de untar, pero por ese 40% te están metiendo un euro más", señala Ojeda. Pero, ¿cómo nos damos cuenta de que nos están dando gato por liebre? Mirando el etiquetado, por supuesto. En este tipo de productos lo fundamental es que, cuando consultemos los ingredientes, el producto que nos estén vendiendo sea el componente mayoritario. Y si representa la totalidad, mejor. "Cuanta más cantidad de producto tenga, muchísimo mejor", señala Ojeda.

Los famosos dos litros

Y hablando sobre estos productos que se han rellenado con agua, Ojeda ha recordado en la radio que la recomendación de beber dos litros de este líquido al día es un mito, aunque con matices. El experto se refiere a que esos dos litros de agua no deben de ser de vasos de agua pura, sino que también el agua que contienen los alimentos vale. De hecho, el experto explica que si nos gusta mucho, por ejemplo, la sandía y somos capaces de comernos una de estas "lógicamente al tener un 90% de agua te estás tomando un litro" de este líquido. 

Otros expertos en salud han criticado anteriormente el mito de los dos litros diarios de agua y entre ellos se encuentra el médico de familia Fernando Fabiani: "Tener que beber dos litros de agua al día no tiene ningún sentido", explicó en esta entrevista de EL ESPAÑOL. "Es chocante que tengamos un mecanismo tan bueno como es la sed, que te dice si tienes que beber o no agua, y queramos ignorarlo después de miles de años de evolución. Pensamos que ya no sabemos cuánto tenemos que beber".

"Más allá de que pudiéramos hacer un cálculo aproximado del agua que hay que beber, esa cantidad no son vasos medidos, hay agua en un gazpacho, en una sopa, en una fruta, ese agua cuenta", explicó Fabiani.