Suecia es el segundo país de la Unión Europea con más esperanza de vida, sólo por detrás de España.

Suecia es el segundo país de la Unión Europea con más esperanza de vida, sólo por detrás de España. Dreamstime

Nutrición

El secreto de los suecos para tomar dulce sin engordar y que no les suba el azúcar en sangre: en España se ignora

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Se suele decir, en cuanto a alimentación se refiere, que "un poco está bien", haciendo alusión a no caer en los excesos. Sin embargo, desde hace años se sabe que el término 'moderación' puede ser muy ambiguo en determinados casos, como es el consumo de alcohol, ultraprocesados o azúcares libres en especial. De hecho, en este último caso, como ya sucediese con las grasas, el origen de los azúcares libres marcaría la diferencia.

Así lo sugeriría un nuevo estudio sueco, donde los investigadores han analizado el impacto del consumo de azúcar en el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares: el exceso de azúcar es perjudicial en cualquier caso, pero su consumo esporádico no lo sería siempre, a menos que dicho azúcar proceda de bebidas azúcaradas o refrescos. Sus hallazgos se habrían publicado recientemente en la revista Frontiers in Public Health.

Existe una conocida costumbre en Suecia, la fika, donde los habitantes de este país nórdico hacen un 'break' en sus quehaceres diarios y paran a tomar un café caliente y un dulce como acompañante, ya sea en casa o en el trabajo; podría ser comparable a los conocidos almuerzos de España, aunque de forma mucho más sencilla y siempre basándose en este acompañamiento dulce en la época invernal.

Esencialmente, la fika implica el consumo de un dulce de forma esporádica, pero casi diaria, algo que podría verse como un consumo de azúcares libres innecesario e incluso perjudicial para la salud. Pero no lo es siempre, como comenta Suzanne Janzi, candidata al doctorado en la Universidad de Lund y autora principal del estudio:

"El hallazgo más sorprendente de nuestro estudio es la relación divergente entre las distintas fuentes de azúcar añadido y el riesgo cardiovascular. Este sorprendente contraste pone de relieve la importancia de tener en cuenta no solo la cantidad de azúcar consumido, sino también su origen y contexto".

Para entender cómo el consumo de azúcar se relaciona con el riesgo cardiovascular, y si su origen importa, Janzi y sus colegas recopilaron datos de dos importantes estudios de cohorte: la cohorte de mamografía sueca y la cohorte de hombres suecos. En ambos estudios se realizaron cuestionarios dietéticos entre los años 1997 y 2009, permitiendo a los científicos controlar la dieta de los participantes a largo plazo.

En total se tuvieron en cuenta 69.705 participantes tras aplicar los pertinentes criterios e inclusión y exclusión, teniendo en cuenta factores de riesgo cardiovascular independiente que pudiesen sesgar los datos. Se tuvieron en cuenta tres clases de consumo de azúcar: aderezos como la miel, golosinas o dulces y bebidas azucaradas; asimismo, se tuvieron en cuenta hasta siete posibles enfermedades cardiovasculares: dos tipos de accidente cerebrovascular, infarto de corazón, insuficiencia cardíaca, aneurisma aórtico, fibrilación auricular y estenosis aórtica.

Los participantes fueron monitorizados hasta que fallecieron, fueron diagnosticados de alguna enfermedad cardiovascular, o bien llegaron al final del periodo de estudio en 2019. Durante dicho periodo, 25.739 participantes fueron diagnosticados con alguna enfermedad cardiovascular.

Tras analizar todos los datos, teniendo en cuenta el origen del azúcar consumido por parte de los participantes, se descubrió que consumir bebidas azucaradas era peor que cualquier otra forma de azúcar: beber más refrescos o bebidas azucaradas aumentaba significativamente el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular isquémico, insuficiencia cardíaca, fibrilación auricular y aneurisma aórtico abdominal.

"Los azúcares líquidos, presentes en las bebidas azucaradas, suelen presentar menos saciedad que las formas solidas, lo que puede llevar a un consumo excesivo. El contexto también importa: los dulces suelen disfrutarse en entornos sociales u ocasiones especiales, mientras que las bebidas azucaradas pueden consumirse con más regularidad".

Además, el aumento de la ingesta de azúcar afectó de forma diferente al riesgo cardiovascular, posiblemente porque el consumo adicional de azúcar afectó de forma individualizada a cada participante. El consumo de azúcar excesivo, en general, independientemente de su origen, aumentaba el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular isquémico y un aneurisma aórtico abdominal, además de un mayor riesgo de sufrir insuficiencia cardíaca en los participantes con un IMC normal.

Paradojicamente, el consumo ocasional de dulces se asociaba con mejores resultados para la salud que no consumir nada de azúcar, y esto tendría cierta explicación, como también puntualizan los investigadores:

"Esto podría reflejar conductas alimentarias subyacentes: las personas que consumen muy poco azúcar pueden tener dietas muy restrictivas o pueden estar limitando el consumo de azúcar debido a problemas de salud preexistentes. Si bien nuestro estudio observacional no puede establecer una causalidad, estos hallazgos sugieren que una ingesta extremadamente baja de azúcar puede no ser necesaria ni beneficiosa para la salud cardiovascular".

Como es habitual, los científicos sugieren que será necesario seguir investigando para comprender los mecanismos implicados en los efectos diferenciales respecto a los distintos tipos de consumo de azúcar. Además, señalan, estos hallazgos se basan en una población muy particular, como es la población sueca, la cual puede tener unos hábitos alimentarios y de estilo de vida muy diferentes a otras poblaciones, como es el caso de la mencionada 'fika', donde se realizan pausas regulares para tomar café y pasteles, siendo una costumbre muy arraigada en la cultura sueca.