Resulta que los alimentos tienen un efecto u otro en nuestro cuerpo en función de la hora a la que los comemos. De hecho, estos horarios pueden aumentar o reducir nuestro riesgo de obesidad y de enfermedades cardiovasculares. La crononutrición es el nombre que recibe el estudio de estos efectos y que defiende que no sólo es importante lo que comemos, sino también cuándo lo hacemos.
Pero, ¿cómo es esto posible? Es muy probable que ya hayas escuchado que el organismo cuenta con un reloj interno o ritmos circadianos. Sobre ellos nos han dicho que ayudan al cuerpo a saber cuándo es de día y cuándo es de noche, y que nos prepara para dormir. Por esta razón, nos han dicho que no deberíamos mirar pantallas por la noche, que pueden retrasar la secreción de melatonina y, en consecuencia, que nos cueste más conciliar el sueño.
Sin embargo, ese reloj interno también intenta predecir todos los días a qué hora vamos a comer y preparar al organismo para recibir alimentos. En España, solemos establecer las comidas en tres horarios: el desayuno, la comida y la cena. Ahora bien, hay un importante bando que no puede pasar sin su aperitivo entre el desayuno y la comida o sin su merienda para no llegar a la hora de la cena con un hambre voraz.
Responder a qué modelo es el más recomendable tiene muchos matices genéticos o culturales. Pero la catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia, Marta Garaulet, ha explicado en su perfil de Instagram que el modelo de las tres comidas al día puede ser más beneficioso para ese reloj interno en España. La rutina hace, precisamente, que nuestro organismo ya espere la comida a las horas a las que acostumbramos a alimentarnos.
"Cuando comes hay un efecto térmico de los alimentos, lo que significa que cada vez que lo hacemos se quema energía por el simple hecho de estar comiendo", explica Garaulet en uno de sus vídeos para Instagram. Y, por esta razón, dice que se puso de moda comer más veces al día para perder peso: "Si comemos más veces, quemamos más energía. Pero lo que nos encontramos es que la persona terminaba comiendo hasta 10 veces más".
Alinear las comidas con nuestro reloj-interno puede, por el contrario, reducir el riesgo de obesidad, haciendo más sencillo mantener un peso saludable. En este sentido, en España pecamos de hacer nuestras comidas demasiado tarde. Tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, el nutricionista Luis Zamora afirma que "las personas que desayunan antes de las 8 y cenan antes de las 20 horas tienen un seguro de vida".
Horarios de comida
"Nuestro reloj biológico necesita horarios constantes, rutinas, pero cambiantes. Es decir, que no estemos todo el día comiendo, ni todo el día en ayuno. Que haya cambios entre ingesta y ayuno para que sepa que es de día y se prepare al día siguiente porque sabe que vamos a comer", explica Garaulet. Ese tipo de rutinas saludables para nuestro reloj interno es lo que la experta señala que se conoce como "constancia dinámica".
"Deberíamos hacer en nuestra vida rutinas para que tu cuerpo prediga lo que va a pasar. Si tu cuerpo sabe que a las 13.30h comes, prepara el páncreas, el sistema digestivo y todos tus órganos para organizarse y funcionar", destaca Garaulet y añade que esas rutinas se deberían mantener durante toda la semana. Pero, ¿cómo se deberían distribuir las comidas a lo largo del día para que fueran respetuosas con el reloj interno?
Según explica la catedrática de la Universidad de Murcia, los estudios muestran que hay que comer por lo menos tres veces al día. Si hacen falta más o menos depende de una cuestión cultural o también cómo se distribuyen las comidas. En este sentido, explica las diferencias que hay entre España y países como Estados Unidos y Holanda: mientras que nosotros solemos hacer sólo tres comidas, estos otros hacen más.
Aquí en España la experta señala que hasta el 40% de la energía total que adquirimos al día la tomamos a la hora de la comida, al mediodía, "podríamos decir entonces que hacer tres comidas al día está muy bien", explica Garaulet. Sin embargo, en Estados Unidos y en Holanda las comidas que hacen al día representan sólo un 10% de esa energía total que adquieren a lo largo del día: "Para ellos sí que es bueno hacer comidas con más frecuencia en el día".