Un nuevo estudio de investigadores del Centro Oncológico Integral Jonsson de UCLA Health (Estados Unidos) evidencia que los cambios en la dieta pueden ayudar a reducir el crecimiento de células cancerosas en pacientes sometidos a vigilancia activa, un enfoque de tratamiento que implica el monitoreo regular del cáncer sin intervención inmediata.
Los hallazgos, publicados en el 'Journal of Clinical Oncology,' muestran que una dieta baja en ácidos grasos omega-6 y alta en ácidos grasos omega-3, combinada con suplementos de aceite de pescado, redujo significativamente la tasa de crecimiento de las células de cáncer de próstata en hombres con enfermedad en etapa temprana.
"Este es un paso importante para entender cómo la dieta puede influir potencialmente en los resultados del cáncer de próstata", comenta William Aronson, profesor de Urología en la Escuela de Medicina David Geffen de la UCLA, experto en nutrición y cáncer, y primer autor del estudio, según recoge Europa Press.
Muchos hombres con cáncer de próstata de bajo riesgo optan por la vigilancia activa en lugar del tratamiento inmediato. Hasta el 50% necesitarán someterse a una terapia con cirugía o radiación pasados 5 años. Aún no se han establecido pautas dietéticas específicas en esta área, y si bien otros ensayos clínicos han analizado el aumento de la ingesta de vegetales y patrones de dieta saludables, ninguno ha encontrado un impacto significativo en la desaceleración de la progresión del cáncer.
El equipo dirigido por la UCLA llevó a cabo un ensayo clínico prospectivo llamado CAPFISH-3 que incluyó a 100 hombres con riesgo bajo o intermedio favorable de cáncer de próstata y bajo vigilancia activa. Los participantes fueron asignados aleatoriamente a una dieta normal o una dieta baja en omega-6 y alta en omega-3, suplementada con aceite de pescado, durante un año.
Los participantes del grupo de intervención recibieron asesoramiento dietético personalizado, con alternativas más saludables y bajas en grasas a los alimentos con alto contenido de grasas y calorías. Estas incluían introducir aceite de oliva o limón y vinagre para aliñar las ensaladas, mientras se reducían aquellos con más omega-6: patatas fritas, galletas, mayonesa y otros alimentos fritos o procesados.
También recibieron cápsulas de aceite de pescado para obtener omega-3 adicionales. Los investigadores rastrearon a continuación los cambios en un biomarcador llamado índice Ki-67, que indica la rapidez a la que se multiplican las células cancerosas, un predictor clave de la progresión del cáncer, la metástasis y la supervivencia.
Los resultados mostraron que el grupo con una dieta baja en omega-6, rica en omega-3 y aceite de pescado tuvo una disminución del 15% del Ki-67, mientras que el grupo de control experimentó un aumento del 24%.
"Esta diferencia significativa sugiere que los cambios en la dieta pueden ayudar a retrasar el crecimiento del cáncer, incluso previniendo potencialmente la necesidad de tratamientos más agresivos", concluye Aronson.