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El consumo moderado de vino se ha asociado con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular en la población con una edad más avanzada. Sin embargo, los estudios habitualmente usan información basada en encuestas autoinformadas sobre el consumo de vino y otros tipos de alcohol, algo que puede dar lugar a errores.

Recientemente, gracias a los datos del conocido estudio PREDIMED, se ha publicado un nuevo estudio en European Heart Journal para dilucidar si realmente existiría una relación entre el consumo de vino y un menor riesgo cardiovascular. La clave estaría en un biomarcador conocido como ácido tartárico en orina.

Ya en estudios previos se habría llegado a sugerir que el consumo moderado de alcohol, especialmente vino, característico de la dieta mediterránea, sería uno de los factores que contribuyen a los efectos cardioprotectores de nuestro patrón dietético. Sin embargo, todavía existe debate acerca del consumo de alcohol y el mayor o menor riesgo cardiovascular.

Así pues, los investigadores responsables del actual trabajo usaron también un marcador biológico que mejoraría la precisión de evaluación del consumo del vino: el ácido tartárico, producido principalmente en las uvas y muy raramente en otros vegetales. Por tanto, el ácido tartárico serviría como biomarcador urinario a corto plazo (un máximo de una semana) para medir el consumo de vino, siempre y cuando se excluya el consumo de uvas y otros derivados.

En este caso, para el estudio, los investigadores realizaron un estudio anidado de casos y cohortes dentro del ensayo PREDIMED con 1232 participantes: 685 casos con enfermedad cardiovascular y una subcohorte aleatoria de 625 participantes. Todos ellos registraron su consumo de vino mediante cuestionarios validados de frecuencia de consumo alimentario.

Por su parte, se analizaron los niveles iniciales y los cambios a un año vista en el ácido tartárico urinario, gracias al uso de cromatografía líquida y espectrometría de masas, relacionando dichos niveles con el consumo de vino, y también buscando una posible relación entre el consumo bajo o moderado de esta bebida alcohólica con un menor riesgo cardiovascular.

Según los resultados del estudio, los participantes que tenían una concentración urinaria de ácido tartárico de 12-35 mcg/mL tenían un menor riesgo cardiovascular, y aquellos con una excreción de 3-12 mcg/mL también, aunque la asociación fue más débil. Sin embargo, los que poseían una excreción menor a 3 mcg/mL o superior a 35 mcg/mL tenían un mayor riesgo en comparación.

La traducción de estas concentraciones en consumo de vino implicarían una exposición a 3-35 vasos de vino por mes, o alrededor de un vaso de vino diario. Sin embargo, los investigadores puntualizan que estimar el consumo de bebidas alcohólicas sigue siendo un desafío. Además, las uvas, pasas y zumo de uva también pueden aumentar las concentraciones de ácido tartárico en orina, aunque en el caso de este estudio, el consumo por parte de los participantes fue muy bajo y las diferencias entre grupos insignificantes.

El estudio no ha carecido de reacciones, como es el caso de algunos expertos consultados por Science Media Centre España. Un ejemplo sería el Dr Julián Pérez-Villacastín, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y expresidente de la Sociedad Española de Cardiología. "Los estudios poblacionales sobre el impacto de los nutrientes en la salud son extraordinariamente difíciles. Este estudio se limita a conocer el impacto de la ingesta de vino en la salud de un grupo de personas de casi 70 años con un alto riesgo cardiovascular. El ácido tartárico tiene la ventaja de medir productos de la uva. Por ello es ideal para medir la ingesta de vino (no de alcohol)", afirma Pérez-Villacastín.

"No se puede concluir que el alcohol sea bueno para la salud ni que el alcohol reduzca el riesgo cardiovascular. Sí se puede concluir que en personas (y sobretodo, varones) de alrededor de 70 años con factores de riesgo cardiovascular, beber una copa de vino al día reduce en global un 50% los eventos cardiovasculares...", añade.

En contraposición, otros expertos, como el Dr. Naveed Sattar, catedrático de Medicina Cardiometabólica en la Universidad de Glasgow (Reino Unido), han criticado duramente este estudio. "Es decepcionante ver una investigación de este tipo cuando hay pruebas abrumadoras de que cualquier cantidad de alcohol aumenta el riesgo de muchas complicaciones, como hipertensión, insuficiencia cardíaca, cáncer... por lo que centrarse en una sola medida es bastante decepcionante", dice en declaraciones a SMC UK.

Incluso en este caso, la forma en la que se realiza esta investigación con un biomarcador no demuestra nada más de lo que ya sabemos: este estudio no es un ensayo, sino otro estudio observacional y sabemos que entre las personas que no beben, muchos pueden haber reducido o dejado el alcohol debido a algún tipo de enfermedad, ya que algunas enfermedades tienden a alejar a las personas del alcohol. Eso significa que el grupo de referencia no es adecuado y conduce a una falsa sensación de 'menor riesgo' entre quienes beben incluso cantidades moderadas. La paradoja del vino es un mito y este artículo no aporta nada nuevo"

Como conclusión final, los autores del estudio sugieren que el uso del ácido tartárico como biomarcador urinario es objetivo y confiable, y por ello sugieren que el consumo bajo o moderado de vino se asociaría con un menor riesgo cardiovascular en la población mediterránea con un elevado riesgo previo.