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La diabetes tipo 2 es un problema de salud pública que está alcanzando proporciones epidémicas, no solo en Estados Unidos, donde afecta al 11,6% de la población y amenaza con implicar al 38% adicional que presenta prediabetes, sino también en nuestro país. Según la Sociedad Española de Diabetes (SED), más de 6 millones de personas en España viven con esta enfermedad crónica, de las cuales el 90% tienen diabetes tipo 2, asociada principalmente al estilo de vida.

El peligro, sin embargo, se extiende más allá de estas cifras: un número significativo de personas no está diagnosticado, y muchas no son conscientes de estar en riesgo. Este panorama se agrava por el impacto de la diabetes en la esperanza de vida, ya que incrementa la posibilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares, principal causa de muerte en España.

Cómo se puede prevenir

A pesar de estas cifras alarmantes, la diabetes tipo 2 no es un destino ineludible. Endocrinólogos como Robert Lustig han enfatizado que esta enfermedad es, en gran medida, prevenible e incluso reversible en sus primeras etapas mediante cambios significativos en los hábitos de vida.

Distintos estudios han demostrado que modificaciones en la dieta, como la eliminación del consumo habitual de bebidas azucaradas principalmente, pueden reducir drásticamente los riesgos. Un análisis de 2023 confirmó que una dieta baja en carbohidratos disminuye los niveles de hemoglobina glicosilada, un indicador clave del control glucémico.

Lustig, reconocido por sus investigaciones sobre obesidad y diabetes, ha identificado a las bebidas azucaradas como uno de los factores más perjudiciales para la salud metabólica. En España, el consumo de refrescos, cafés saborizados, zumos procesados y bebidas energéticas es común, especialmente entre adolescentes y jóvenes adultos.

Estas bebidas no solo contribuyen al aumento de peso, sino que también están directamente relacionadas con el desarrollo de diabetes tipo 2, enfermedades del hígado graso y deterioro cognitivo. Un metanálisis de este año destacó que el consumo de una bebida azucarada diaria incrementa el riesgo de diabetes tipo 2 en un 18%.

Daños en las células

El azúcar no solo actúa a nivel metabólico, sino que también tiene efectos devastadores en el nivel celular. De hecho, Lustig explica que el consumo excesivo de esta sustancia daña las mitocondrias, las estructuras responsables de la producción de energía en las células. También un estudio encontró que altera la función mitocondrial, lo que lleva a la muerte celular y contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes, enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer.

En España, el impacto del consumo de bebidas azucaradas se refleja no solo en la población adulta, sino también en los índices de obesidad infantil, que alcanzan el 40% en algunas regiones. Según el informe ALADINO 2023, los niños que consumen habitualmente refrescos y zumos azucarados tienen un mayor riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, un precursor de la diabetes tipo 2.

Esta tendencia pone de manifiesto la necesidad de adoptar medidas que aborden tanto la educación alimentaria como la regulación del acceso a estos productos. Para abordar este problema, España ha introducido impuestos sobre bebidas azucaradas en comunidades como Cataluña y Navarra, con resultados iniciales prometedores. De hecho ya se ha demostrado que los impuestos al azúcar en estas regiones redujeron la obesidad. 

Eliminar el consumo habitual de bebidas azucaradas no es solo un cambio dietético, sino también un desafío emocional y social. Según Lustig, tiene propiedades adictivas comparables a las de sustancias como la nicotina, lo que dificulta enormemente abandonar su consumo. Un estudio de 2018 identificó que el consumo frecuente de azúcar activa los mismos circuitos cerebrales asociados con la adicción, lo que explica por qué muchos encuentran tan difícil romper este hábito.

Beneficios a largo plazo

La clave para abandonar el consumo de esta sustancia está en el entorno y el apoyo social. Lustig recomienda informar a amigos y familiares sobre el objetivo de reducir el consumo de bebidas azucaradas, evitando lugares donde estas sean fácilmente accesibles y optando por alternativas caseras. En este sentido, sustituirlo por canela en bebidas como el café es una estrategia no solo práctica, sino también beneficiosa para la salud, dado que la canela tiene propiedades antiinflamatorias confirmadas por estudios recientes.

La buena noticia es que los beneficios de reducir el consumo son inmediatos y acumulativos. Según un estudio de 2021, publicado en Circulation, una reducción en el consumo de bebidas azucaradas disminuye los marcadores de inflamación en solo tres semanas, mejorando tanto la salud cardiovascular como el metabolismo. Estos resultados destacan que, aunque el cambio inicial pueda ser difícil, los beneficios a largo plazo superan con creces cualquier sacrificio.