
La nutricionista Beatriz González.
Beatriz González, nutricionista: "Evita el atún, los moluscos, los crustáceos y los tuppers de plástico en España"
Estas sustancias tóxicas pueden entrar en nuestro cuerpo a través del contacto directo con la piel, a través de la dieta, o respirando.
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Probablemente, muy pocas personas saben a lo que nos referimos si hablamos de disruptores endocrinos. Sin embargo, bajo esta categoría se esconden un conjunto de elementos importantes en relación con nuestra alimentación y nuestra salud. El Instituto de Salud Global de Barcelona los define como “sustancias químicas capaces de interferir en el sistema endocrino y afectar a nuestra salud”. Una definición que muestra su importancia y la necesidad de conocerlas y tenerlas bajo control.
Fruto de ello, instituciones, autoridades y profesionales han mostrado su preocupación y han desarrollado investigaciones y recomendaciones para minimizar los riesgos asociacos a su exposición. Un ejemplo de ello es el informe Disruptores endocrinos: de la evidencia científica a la protección de la salud humana, publicado por el Departamento de Política de Derechos de los Ciudadanos y Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo, aborda los efectos de estas sustancias en la salud y la regulación vigente en la Unión Europea.
En redes sociales, la nutricionista Bea González (bea_gonfer en Instagram) explica de de forma sencilla y divulgativa cómo minimizar la exposición a los disruptores hormonales. Lo primero que señala es que estos “pueden entrar en nuestro cuerpo a través del contacto directo con la piel, a través de la dieta, o respirando”, lo que puede afectar “la unión de la hormona con su receptor nuclear, la acción de las enzimas que regulan el metabolismo de las hormonas o el transporte de las hormonas en sangre”.
Evitar prácticas de riesgo
A continuación, en un carrusel de imágenes expone hasta cinco recomendaciones muy sencillas que pueden marcar la diferencia en el cuidado de nuestra salud.
· En primer lugar, afirma que es necesario lavar “las frutas y verduras en una solución de agua con vinagre o agua con sal, dejándolas a remojo durante 10-15 minutos”.
· En segundo lugar, invita a los lectores a utilizar “sartenes y ollas que no liberen partículas o microplásticos”, como las de hierro fundido, acero inoxidable o cerámica.
· En tercer lugar, recomienda el uso de “recipientes de vidrio, cerámica, acero inoxidable, porcelana y barro”, evitando los tuppers de plástico, así como calentarlos en el microondas.

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· En cuarto lugar, afirma que es preferible que “las botellas de agua que sean de acero inoxidable, cerámica o vidrio. Si tienen boquilla, que sea de silicona platino de grado alimenticio.
· En último lugar, afirma que es mejor evitar consumir “peces depredadores como atún, pez espada, tiburón, moluscos y crustáceos”.
Por supuesto, advierte que con la publicación de las recomendaciones, su objetivo no es asustar a los lectores, pero sí ayudarle a reducir en la medida de lo posible esa exposición para que nuestro sistema endocrino y nuestro metabolismo trabajen de una forma más adecuada y natural.
Las consecuencias para la salud
Los disruptores endocrinos representan una amenaza significativa para la salud humana debido a su capacidad de interferir con el equilibrio hormonal del organismo. Su presencia en alimentos, envases, cosméticos, productos de limpieza y agua potable supone una exposición generalizada de la población europea, con efectos acumulativos y, en algunos casos, sinérgicos, como explica la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutricion (AESAN).
Según el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGB), estos compuestos pueden afectar no solo al sistema endocrino, sino también al sistema respiratorio, cardiovascular, metabólico, cognitivo y reproductivo, así como al desarrollo desde la etapa prenatal hasta la edad adulta. Se han vinculado con enfermedades como cánceres hormonodependientes, obesidad, infertilidad, diabetes, síndrome metabólico, asma y problemas de neurodesarrollo. A pesar de los estudios realizados, aún se desconocen todos sus efectos sobre la salud.
Por su parte, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) advierte que se han identificado cerca de 2.000 contaminantes ambientales con capacidad de alterar el sistema hormonal, afectando el neurodesarrollo, la madurez sexual, la fertilidad, el metabolismo y el riesgo de cáncer en órganos dependientes de las hormonas.
Las mujeres embarazadas y los bebés son especialmente vulnerables. Estas sutancias pueden atravesar la placenta y estar presentes en la leche materna, exponiendo al feto y al lactante en etapas críticas del desarrollo (Instituto de Salud Global de Barcelona). La SEEN subraya la "estrecha relación" entre la exposición materna y la transmisión de estos compuestos a la descendencia, lo que puede influir en el desarrollo y aumentar el riesgo de enfermedades a largo plazo.
Con todo esto, como explica la AESAN, minimizar la exposición a los disruptores endocrinos es un objetivo clave de la Unión Europea, reflejado en el 7º Programa de Acción Ambiental y en el marco regulador de 2018. Sin embargo, todavía se requiere una definición unificada, ensayos para identificarlos de forma clara y medidas legales para reducir su impacto en la salud humana y el medio ambiente.