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Tener las manos frías es una de las situaciones más comunes, incluso sin estar expuesto a un ambiente frío. A menudo, esta es una forma en la que el cuerpo intenta regular su temperatura y, en la mayoría de los casos, no debería ser motivo de preocupación. Sin embargo, si esta sensación se vuelve persistente y aparece junto a otros síntomas, podría ser una señal de alerta que merece la atención de un especialista.

La nutricionista de Boost UK, Vicky Pennington, ha abordado recientemente este peculiar síntoma en una de sus colaboraciones con el medio SurreyLive. Según la experta, unas manos frías pueden ser indicio de una deficiencia de hierro, un mineral esencial para la salud.

"Las manos frías, la alteración del sentido del gusto y la picazón en las piernas podrían ser signos de una deficiencia de un mineral clave", señala la especialista. En concreto, Pennington menciona que la falta de hierro puede manifestarse de diversas maneras, desde el cansancio y la falta de energía hasta la sensación constante de extremidades frías. Algo que también apuntan como síntoma desde el National Heart, Lung and Blood Institute y desde el portal web de la Clínica Mayo

"Muchos síntomas de la deficiencia de hierro reflejan las mismas sensaciones que solemos asociar con el frío, como manos y pies fríos o una piel más pálida de lo habitual", explica la nutricionista. Además, advierte que pueden aparecer signos menos frecuentes, como dolores de cabeza recurrentes, caída del cabello, alteración del sentido del gusto, picazón en brazos o piernas e incluso un deseo inusual de consumir sustancias no alimentarias, como hielo, papel o arcilla.

Ante la presencia de estos síntomas o la sospecha de una posible deficiencia de hierro u otros minerales, una prueba rápida puede ser útil para obtener información sobre los niveles en el organismo. En caso de resultados bajos, lo recomendable es acudir a un médico especialista para identificar la causa y encontrar la mejor solución.

Anemia ferropénica: qué es y qué la causa

La anemia ferropénica es una de las principales causas de la deficiencia de hierro en el organismo. Se produce cuando los niveles de hierro son demasiado bajos para generar una cantidad suficiente de glóbulos rojos sanos, esenciales para transportar oxígeno a los tejidos. El hierro es un componente crucial de la hemoglobina, la proteína de los glóbulos rojos que transporta oxígeno por el cuerpo. Sin suficiente hierro, la sangre no puede llevar el oxígeno de manera eficiente, lo que genera fatiga y debilidad.

El cuerpo obtiene este mineral a través de la alimentación y lo reutiliza a partir de los glóbulos rojos envejecidos, pero hay factores que pueden interferir en este proceso. Un sangrado excesivo, como el provocado por menstruaciones abundantes o problemas digestivos como la enfermedad inflamatoria intestinal, puede hacer que se pierda más hierro del que se repone. Algo que también recogen desde uno de los estudios realizados por en Instituto de Salud Carlos III. También existen dificultades en la absorción del hierro, como ocurre en personas con enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn o aquellas que han pasado por una cirugía gástrica.

Incluso si se consume suficiente hierro en la dieta, algunas afecciones pueden dificultar su absorción, lo que hace que los niveles en el cuerpo disminuyan. Además, una dieta pobre en alimentos ricos en hierro, especialmente en personas vegetarianas o con hábitos alimenticios restringidos, puede llevar a un déficit de este nutriente.

En algunas etapas de la vida, como el embarazo o la lactancia, las necesidades de hierro aumentan, lo que hace que el organismo requiera un mayor aporte para evitar una deficiencia.